lunes, 22 de julio de 2019

Ignacio Camaño-Argentina/Julio de 2019


¡LA CANOA!

La luna salió a pasear
sobre el espejo del río
bajo un lóbrego cielo
que amenazaba tormenta.
A lo lejos se observaba
sobre la superficie del agua
una canoa que surgía
como fantasma en la riada.
Avanzando en el líquido elemento
como endeble càscara de nuez
enfrentando su destino.
Produciendo escalofríos
la contemplación de su odisea.
El río en la noche estremece
por su umbrìo panorama
y por sus serpientes de aguas
que bajan y corren silenciosas
pero sin pausas,
tras de su presa marítima.
Encapotado el firmamento
por nubes agoreras
realzan el temor por la visión
mas, por extraño sortilegio
se descorre el telón
y se avizora el cielo...
La bóveda celeste
aparece y desaparece
ante el celaje invasor,
con su ejercito de nimbos
cirros y cúmulos
amenazantes y sombríos.
Una estrella fugaz
se deja ver en el cosmos
surgiendo vertiginosamente
del arcano estelar,
y en un instante de perplejidad
se pierde en el insondable espacio.
La canoa también
se desvanece en lontananza,
lentamente, como se van
las penas del alma
que atesoran los tormentos.
El lucero del alba,
emerge amenazante
como una espada en el éter.
Un resquicio del meteoro
azuzado por el viento
lo deja ver un segundo.
La noche gime al verlo
y presurosa huye hacia occidente
impelida por el día
que amenazante se avecina de oriente
con sus rayos de sol
destructores de tinieblas.
Selene sigue paseando
su imponente reinado
por la húmeda sabana.
Adurmiendo en su regazo plateado
las fugitivas sombras nocturnales.
Nuestros pensamientos más íntimos
afloran de improviso
como errantes estrellas.
Nacen impetuosos y apasionados
y mueren sutilmente efìmeros.
Endebles como la canoa,
en la dócil vulnerabilidad del olvido!
La frágil nave se pierde
en un horizonte brumoso,
como se extravían los recuerdos
en las calinas del tiempo.

Tomado del Grupo Literarte de Facebook

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