LAS NUBES Y EL MAR
Parecen besarse, tocarse, adorarse
y, en esa lejana inmensidad, que mis ojos miran,
me trepo a ese cielo, queriendo acercarme.
Quizás Alfonsina, celosa de ustedes,
fue en busca de besos, de amor y deseos,
y entregó su cuerpo, sus penas, sus miedos.
Y yo sentado en la arena, de tu playa fresca,
contemplo tu oleaje, de espuma salada,
penetro en tus aguas, brumosas y heladas.
A veces me aturdes, rugiendo terrible
y en otras me llenas de paz y de calma.
Qué raro misterio encierra tu lecho,
y cual navegante que ama tus puertas,
recorro en un sueño, parte por parte,
tu aroma, tus olas, tu inmenso paisaje.
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