¡Esa
lágrima!
Ahí quedó
quieta y muda,
en ella
tanto por decir.
La tarde
se dio por partir
en tan
gris jornada.
El rocío
ante el
mensajero,
se
apoderó de aquellos.
Por su
dolor y fue torrente de río.
Allí en
la oscuridad
más
intensa una mujer
elevó sus
vacíos brazos,
clamando
su anochecer,
salvación
y piedad.
Una vez
más la sombra...
Cubrió su
corazón de luto.
Ya no
está quien la nombra,
su amado
hijo al cielo fue.
Un agudo
grito cerró su llanto.
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