martes, 21 de abril de 2020

Carina Nadale/Abril de 2020


Quaranta giorni

Encapullemos,
regresemos al útero,
al cascarón, a la semilla.
Repleguemos las alas,
oruguemos.
Hay que descifrar
los del repollo
de la cigüeña;
adoptar la posición fetal,
volver al agua, a la tierra.
Ser barro.
Escalemos por el cordón umbilical,
sembremos esperanza
en la redonda cicatriz
que nos define como especie.
Hagamos atrapasueños
con el hilo de luz que se filtra
por la ventana entreabierta.
Afuera está lloviendo,
busquemos el amparo.
Estallemos palomitas de maíz,
imaginemos su vuelo.
Hay que remontar barriletes
de servilletas, más allá de las nubes,
donde brilla el sol.
Construyamos trincheras con libros
y campamentos indios con sábanas viejas.
Pesquemos letras en la sopa.
Sacudamos las alfombras,
viajemos hacia las mil y una noches,
lustremos la lámpara,
invoquemos al genio,
robemos sonrisas con Alí Babá.
Hay que girar como calesita,
extender la mano
hacia las sortijas de Saturno.
Cuando termine el día,
apoyar los codos cansados
en el brocal de la luna
y buscar en su fondo blanquecino
los restos de humanidad.

Tomado del Grupo Literarte de Facebook

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