Y cerramos las puertas…
Y
cerramos las puertas al mundo,
para
encarcelar nuestras penas…
Dejando
vacías las calles,
La
estación y las escuelas.
A
través de una ventana,
nos
veíamos de veras.
Sin
máscaras ni rencores,
Llorando
lágrimas ajenas.
Y
miramos nuestras almas,
en
las almas de allá afuera
Y
ahogamos nuestro llanto,
con
el llanto en nuestras venas.
Nuestras casas fueron mundos,
fueron
tabla en la marea…
Y
fuimos náufragos desnudos…
Tiritando
ante la hoguera.
Y
cerramos las puertas al mundo;
Para
abrir esperanzas sinceras.
En
la eternidad de un segundo,
en
la fragilidad de la fuerza.
Y
distanciados nos unimos,
Nos
abrazamos en la espera.
Para
vernos desde lejos,
en
la unión de una arenga.
Yo
te cuido y tú me cuidas…
Nos
gritamos entre letras.
Sin
mirarnos a la cara,
Sin
saludarnos siquiera.
Y
nos volvimos al cielo,
para abrazar una estrella…
Para
buscar un milagro,
que
extinguiera la pandemia.
Uno
a uno los vecinos,
se
apagaban en la acera,
Como
hojas que el destino
extinguiera
en mil banderas.
Y
nos fuimos hacia adentro,
dejando
el enemigo afuera…
Acechando
nuestros sitios,
Con
sus fauces de vil fiera.
Quédate
en casa, nos dijo…
Aquella
gran e invisible bestia,
para
darle un zarpazo a tus hijos
A
mi madre y a nuestra tierra.
Hermoso poema 😉
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