Alguien más: en la tierra
Para El Negro Mocho vivir era: pescar, caminar por la playa y tirarse en la arena cuando el sol apagándose en una bola roja y grande, era atrapado por el horizonte.
El Negro Mocho siempre decía lo que nadie en el pequeño pueblo cercano a Necochea, tenía su casa de tamaño pequeño a 100 metros del mar.
A paso lento la fue fortaleciendo de enormes durmientes que traía de un viejo depósito de ferrocarril cercano a la ruta principal. Con los años estaba cubierto de un enorme pajonal abarrotado de hojas finas, verdes y largas.
Él ni se acuerda como lo descubrió, pero los durmientes de ese lugar le generaron la protección exterior de los fuertes vientos y al ponerlos en la salamandra, tenía todo el crudo invierno, su casa protegida, cálida y confortable.
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