Foto: Alejandro Pi-hué
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Ordalía
Quien adolece de alguna enfermedad
O anomalía
Ve la entera humanidad
Como un sólo cuerpo doliente
Y siente cada célula de su cuerpo
Tendiendo hacia una inopinada felicidad
Cree que a aquella humanidad
Y a ésta felicidad
Lo empuja
Un destino particular
No conocerá en verdad jamás
Su verdadera identidad
Sino una interpretación
Cómica
Histriónica
Satírica
De sus desventuras
Y rechazará siempre toda evidencia
De la profunda tragedia
Que se cela en ella
Dentro suyo una idea exaltada
De rebelión
Lo lleva al centro del ciclón
Al corazón lacerado de la existencia
En el que la luz del día
Entra poco y mal
Unas pocas ranuras
Que se abren hacia el exterior
Portan junto al poco oxígeno
Ciertos olores cáusticos
Tremendamente penetrantes
Que se pegan a las mucosas
Impregnan la saliva
Contaminan continuamente el gusto
E invaden con cada respiro sus pulmones
Ve relámpagos
Oye agudos silbidos
Y es recorrido
A lo largo de todos los canales de su voluntad
De resueltas intenciones
Contrarias a la Idea
En la que se ha formado
¡Escapemos de una vez de aquí!
¡Incendiemos las fábricas, los autos, los bancos!
¡Destruyamos las máquinas!
¡Al paredón los milicos!
¡Muerte a los patrones y a los capataces!
Una certeza física
Casi un grito de sus vísceras
Lo advierte
De que ninguna voluntad moral
Le habría servido
Para frenar ese estímulo imperioso
¡Vomitar!
Aquel maldito vómito de cada tarde
Cuando regresa del trabajo
Se manifestaba tempranamente
En el umbral de su puerta
Toda vez que intentaba subir a su habitación
Y no lograba avanzar un paso
¡Hasta las constelaciones se detendrían
Ante semejante marasmo!
Yo evitaba mirarlo
En esos momentos
Por la piedad que me producía...
-No hagas caso a lo que digo
Me repetía ante cada exabrupto
-Vos sos demasiado inocente para entenderlo
¡La felicidad no pertenece a nuestro mundo!
¡Es un invento de los ricos!
A pesar de todo
Desde muy chico yo siempre he deseado ser feliz
Algunos días, en mi primera juventud
Me sentía invadido a tal punto
Por este sentimiento
Que me ponía a correr a brazos abiertos, gritando:
¡Es demasiado!
¡Es demasiado!
¡No puedo tenerlo todo para mí!
Ahora en el barrio
Me llaman Marzo
(Vaya uno a saber por qué...)
Y vos, como las flores que se abren
Al primer sol de primavera
Te presentaste a mí
En un Domingo de Gala
Que vuelve a mí cada tanto
Como una sombra luminosa
Entre torpes pinceladas de color
Un signo de reconocimiento
Irradiaba tu cuerpo
¿Pero cómo explicarlo?
No existe un código que explique
El deseo que convoca a los eternos enamorados
En torno a una muchacha
Distinguiéndola de las otras
Algo así como el favor tribal
Que consagra a los nacidos “raros”
Por vivir apartados en su propio sueño
Y acosados por visiones
De las que nunca, o rara vez
Despertarán
Ella siempre aceptó con humildad
Esa marca
(Hay quien la espera
Hay quien la presiente
Hay quien la precede
Hay quien la rechaza)
Un signo
Un punto de luz entre las sombras
Que la distingue de todos los demás
Quien ha muerto
Yace y reposa
Y el que a pesar suyo sigue viviendo
Trata de darse algo de paz
Hay un Marzo en mí que busca la guerra
Y un Marzo obediente
De ojos contenidos y sanguinolientos
En ocasiones una verdadera espada incandescente
A veces una feroz parodia
Otras
Un simple amante de la historia y de la humanidad
Y siempre un orden metódico
Para predisponer el campo
A la batalla
Se han inventado en estos años
Nuevos nombres
Para la vieja industria del exterminio
Denominaciones sofisticadas
Para las más brutales erupciones de ignominia
Demencia
E imbecilidad
Propias de nuestro tiempo
(El de la degeneración burguesa)
Un retroceso conciente y perfectamente planificado
A la barbarie...
Esta masa
Esta pobre materia de fatiga
Y de servicios
Ha de volverse inerte
(Pasta para hacer fideos)
O simplemente será desintegrada
Como harina (casi impalpable)
Que bien puede ser lanzada al viento
Con un gesto divertidamente perverso
Sin que a nadie le incomode...
¡Como en un patético y cada vez más miserable Carnaval!
¿Campos de concentración?
¿Bombardeos masivos y/o telecomandados?
¿Guerra bactereológica?
Ese es el concepto
Llámelo como quiera
Si no quiere llamar a este estado de cosas:
Barbarie
“¿Acaso Usted piensa que será harina de otro costal?”
¡Habría que poner estos carteles
En los portones de las fábricas
De las iglesias
De los ministerios
De las oficinas
Y de los bancos!
En su soliloquio
La voz se le hacía a Marzo más rauca
Mientras en él retornaba
Menos frecuente
Y discontinua
La necesidad de gritar
Gritar como en una asamblea
O un comicio
Tal vez viendo por la ventana de su cuarto
(En este marzo de cuarentena)
Una bella mañana de primavera
Pensó en escaparse una vez más con su Lady
(La perrita que fuera su segunda madre
Y su novia de la infancia)
Al “bosque encantado”
Pasaron frente a él
A una velocidad increíble
Muchas escenas de su vida
Y muchos fragmentos
De la historia humana...
La sonrisa que asomaba en el rostro
No era demasiado diversa
De esa sonrisa de quietud
Y de ingeniosa inocencia
Que le sobrevenía
Después de cada ataque epiléptico
“Si fuera posible: morir temprano y sin dejar olor”
Fue lo último que dejó escrito
(Pulcramente) en su cuaderno
Ahora sucio, borroneado y maltrecho.
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