jueves, 17 de febrero de 2022

Jenara García Martín/Febrero de 2022


 

En la taberna de un puerto 

En estas fechas Navideñas y Año Nuevo,  que para todo el mundo es una Fiesta para celebrar en familia y como si todos cumpliéramos años, esperamos algún regalo, no es igual para todo el Mundo. En ese otro Universo  encontramos al gremio de los pescadores que por esa actividad, tan sacrificada, deben pasarlo alejados del Hogar. Pero… no siempre les es fácil lanzar las redes y sacarlas con buena pesca. Si ese inmenso espacio azul se rebela,  tienen que echar amarras en el Puerto más cercano y esperar se calmen las aguas. Mas siempre encuentran la puerta de una taberna abierta, en donde,  pueden disfrutar de una copa de aguardiente, o … vino y  con buena compañía,  pasarlo a su manera…

La puerta no se cierra, ni de día, ni de noche-cuando amarra un barco- y el Mar es el cliente mejor de la taberna, que suelen tener  un nombre antiguo de tienda de perfume, lejano de  las algas y enemigo del viento a barlovento.

-¿Marinero, de dónde vienes? – Hay alguien que  siempre pregunta.

-Vengo de las estrellas. Allí se bebe brisa y no te cuesta nada. -Una cómica respuesta.

-Y ¿Qué buscas en tierra firme?

-Busco compañía, y una  copa de aguardiente, para festejar este descanso obligado.…

El farol de la puerta lo ha encendido la tarde. El mostrador se llena de aguardiente y de risa y buena compañía.

Dos marineros ingleses conversan mientras saborean una copa de aguardiente y piden les dejen la botella sobre la mesa. Esperan  la caricia de unos labios femeninos que sepan apreciar el licor, y les hagan compañía. De pronto  sintieron  una voz femenina, que le preguntó al que estaba sentado en el extremo de la mesa, ¿Cómo se llamaba?.

-¡Que importa mi nombre!, Willy, Ramiro, José, Emilio,…- respondió -¿Qué importa ..? El mar nos ha quitado el nombre y la memoria: sólo “marinero” y tampoco sabemos el día en qué vivimos. Mañana zarpamos de nuevo. El Barco y el Capitán  nos esperan y debemos echar las redes al amanecer. Hay que conseguir buena pesca. Y buena subasta en el Puerto que faenamos.

Algunos pasaron la noche con la compañía que eligieron. Otros en la taberna semi-dormidos; otros en el barco y al amanecer zarparon hacia Alta Mar, mientras los acordeones, en la taberna LA CAMELIA, vuelven a sonar y se llena de marineros  que siguen otra ruta por los mares de aguas tranquilas y distintos colores azules, con hermosos atardeceres en el horizonte lejano.

Para ninguno de los pescadores existía  Navidad, ni Año Nuevo. Sólo tenían que pensar en cuándo era el mejor momento de encontrar los cardúmenes que en esas fechas  tenían la oportunidad de atraparlos en las redes. Vida sacrificada, pero debían regresar  al  Puerto de destino, con importante pesca, y celebrar las tradicionales Fiestas Navideñas y recibir el Año Nuevo,  en una fecha cualquiera

 

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