Náufraga de mis enojos
Permítele a tus manos
caminar con libertad
las veredas de mi carne...
Con la tibieza descalza de tus dedos,
con la desnudez de tus huellas.
Como se acarician las teclas
de un piano y en esa melodía
vienes,
recorres mis pudores
y haces volar gaviotas con la fuerza
de un acorde.
En la soledad de esta isla
náufraga de mis enojos
el sonido del mar
me acompaña,
Olas van, vienen, se enroscan
y me van cubriendo de sal cada espacio
de tu ausencia.
Ya no se anidan en mi vientre los pájaros azules,
emigran bajo lluvia de azahares
Y pernoctan en otros nidos.
Un crucifijo entre mis manos
escondo tímidamente,
talismán dónde pido perdón
por esta tentación que me asalta.
Tus manos, tus tibias manos
suban sinuosas hasta mis
lirios que con temblor se asoman
temiendo al ardiente sol.
y en estallido celestial
expiar mi gozo de libre éxtasis.
...Plena de ti, me duermo en la orilla
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