Judas, el iscariote
A los pocos días de la muerte de Jesús, Judas estaba contando los relucientes denarios, pagados por el sanedrín. De pronto un fuerte viento sacudió la casa y el fantasma de Jesús apareció ante sus ojos. El corazón de Judas tuvo miedo pero su odio y envidia era más fuerte y le hizo frente a la parecido.
¿"Tú que tienes conmigo? ¿por qué me reprochas con tu mansa mirada? Tú no eres impecable Nazareno pues me has desilusionado...
Yo creía en ti, en que llegarías a ser el rey de los judíos; en que nos liberarías del Invasor Romano y del poder avaro del sanedrín. Pero, no... te dedicaste a hacer milagros en vez de ejercer tu poder, lo malgastaste con ellos, los menesterosos y te pusiste de su lado
¿Qué tenían ellos que ofrecerte? Ellos no pueden ni podrán llenar tus arcas pero los poderosos sí. Permíteme que me ría a carcajadas
Tú... que todo lo ves. ¿No vistes que yo, Judas, tu discípulo, había entrado al servicio de Pilatos, el procurador romano? Ese sí que tiene poder. Es inflexible, astuto, tan astuto que le exigió a los petulantes sacerdotes que le dieran tributo y los reprimió duramente después, cuando se alzaron.
Ese Jesús es poder. Tú no lo tienes. Te dejas entregar mansamente con ¡un beso!
Mis labios tienen poder ¿sabes? No solo yo te vendí sino el pueblo que en Asamblea popular te condenó con un rotundo voto, un rugiente voto de ¡crucifícale!
Me mofo de ti Nazareno. Tú que le diste panes y peces, hasta el mejor vino... ¡crucifícale!
¿Líder? vaya líder. Barrabás era un líder astuto y sedicioso. El pueblo lo eligió.
No me mires con ojos de bondad acusatorios, no tolero que me acuses con ojos mansos.
¡Salve Caifas! ¡Salve Pilatos! ¡Salve el maldito César!
¡Blasfemia! dijo Caifás. Sí, blasfemia ante mí, ante todos los que creyeron en tu liderazgo de rey.
No hay mayor poder que el poder del dinero, él te ha crucificado.
Mientras que gritaba con furia ¡crucifícale! el piso de la casa se abrió dejando ver un profundo Abismo y miles de demonios surgieron de él chillando, gruñendo y coronándolo con la tétrica corona del sufrimiento eterno.
Una carroza Negra tripulada por gárgolas hambrientas surgió de sus entrañas y raptaron al desconcertado judas llevándolo a los portales del infierno
En la caída los hambrientos demonios desgarraban sin piedad la piel del torturado Traidor.
En el vertiginoso descenso. Se oía el chillido de las bestias y el sombrío tintineo de los denarios...
Excelente
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