martes, 7 de febrero de 2023

Fernando Riera Jimenez-España/Enero, febrero 2023

 

"Un guión perfecto"

Parte 1

 

Laura era una mujer de treinta y cinco años, productora de cine. Hasta ahora, las películas que había producido no habían tenido demasiado éxito. Pero ella no quería dejar el negocio, amaba el cine.

Había caído en sus manos un guión de terror, aparentemente mediocre, pero en el que había puesto toda su confianza. Tenía una corazonada. La parte financiera del film estaba prácticamente resuelta, pues no iba a ser demasiado costoso. Casi todos sus actores ya estaban perfilados e interesados en intervenir en la película. Porque el trabajo de Laura siempre iba más allá de la producción. Se ocupaba de todo lo necesario para sacar adelante la película, fuera como fuese.

Había contactado también con Carlos, que era un director de cine con cierta experiencia, pero que el éxito hasta ahora le había sido esquivo. Ellos dos ya se conocían, formaban parte de este mundillo del cine desde hacía tiempo, y además habían tenido una relación sentimental que no llegó a cuajar. Sin embargo, seguían siendo amigos, y ella estaba convencida de que esta podía ser la película perfecta para él. 

 

En ese momento, Laura conducía su coche monovolumen por una carretera secundaria, a unos ochenta kilómetros de la ciudad. Prácticamente no sabía ni dónde se encontraba. Esa mañana, se había empeñado en reconocer unos posibles exteriores para el rodage de la película, que ella pretendía que fuera lo más inminente posible. Se trataba de un pequeñísimo y desconocido pueblo, de cuatro calles y cuatro casas, con todas las ventajas para rodar allí sin problemas. Y consiguió convencer a Carlos para que viniera a ver ese pueblo esa misma mañana. El también venía, pero en su propio coche y desde otra dirección. Ambos habían dejado ya la carretera internandose en caminos rurales, que no sabían muy bien a dónde les llevaban. Además una espesa niebla lo envolvía todo. 

Laura conducía con precaución, pues no veía más allá de unos pocos metros. Cuando de pronto sonó  el movíl que tenía acoplado al salpicadero de su coche. Era Carlos: 

-Hola, Laura...? Cómo dijiste qué se llama el pueblo? -preguntó el. 

-Almasana... Estás ahí ya? -le preguntó Laura.

-No, me he equivocado. Acabo de llegar a uno que se llama Fortavenca. Pero por la dirección que me diste debería estar aquí. 

-Pero ese es el mismo. Te acuerdas qué te lo expliqué...? Según lo que leí el pueblo se llamaba Fortavenca, pero en los años sesenta le cambiaron el nombre por unos sucesos extraños que ocurrieron... Ahora se llama Almasana!

-Bueno, déjate de leyendas, Laura! Estoy o no, en el maldito pueblo...?!

-Sí, Almasana! He visto un indicador antes de dejar la carretera! Hace un par de kilómetros!

-Ya, y yo uno pero de Fortavenca!

-Pero tu vienes por el norte, Carlos. Y yo por el sur. Has visto otro indicador.

-Sí, un cartel viejo en el que ponía Bienvenido a Fortavenca.

-Sí, joder! Qué se trata del mismo pueblo!... Espérame ahí. Está niebla que se acaba de levantar no me deja ver nada!

-Sí, con lo radiante que estaba el día... Bueno, te espero en el pueblo... cómo demonios se llame! -dijo por último Carlos, y cortó la llamada. 

 

Después de conducir un poco más, y siempre con los faros antiniebla del coche encendidos, por fin Laura llegó al pueblo. Allí había más visibilidad. Pero la atmósfera era terriblemente fría y húmeda.                                                      Según iba conduciendo se sorprendió al no ver a nadie por las calles. Lo que le daba un ambiente aún más sombrío e inhóspito.               Las casas eran bajas y antiguas todas ellas. Le pareció que se hallaba en un lugar en el que en los últimos cincuenta años nada se hubiera modificado.

Llegó hasta el final de lo que parecía la calle principal, y luego giro media vuelta metiéndose en una calle más estrecha, escrutando a través de las ventanas por si veía el coche de Carlos.

-Pero dónde se ha metido este hombre...? -se dijo Laura.

Torció por otra callejuela y apareció nuevamente en la calle principal. Detuvo su coche y se bajó.

Ni un alma. Realmente parecía un pueblo fantasma. Se metió las manos en los bolsillos del anorak, se estremeció y resopló. "Suerte que tuve la ocurrencia de venir bien abrigada" pensó. 

 

Se decidió a caminar un poco, mirando las casas a ambos lados de la calle, y al poco se detuvo frente a una con el título en la puerta de "Casa Consistorial".

-Mira, justamente lo qué necesitaba...! -exclamó sorprendida.

Agarró el picaporte, después de buscar inútilmente algún timbre, y lo golpeó contra la puerta:

"POM-POM-POM!!"

Esperó un rato, y de pronto una voz de mujer gritó : - No hay nadie!!

Laura miró hacia arriba, y asomada a la ventana de la casa de al lado vio a una mujer, que le volvió a gritar: -A quién busca?!

-Hola! Busco al alcalde... o a alguien del consistorio!

-El alcalde está en la taberna!

-En la taberna...?

-Sí! Está ahí mismo, la puerta está abierta! -gritó la mujer señalando hacia la calle, con cara de pocos amigos. Y cerró la ventana de un portazo.

"BLAMMM!!!".

-Gracias!... señora... -le contestó Laura -.

-Qué simpática... - musitó cínicamente mientras se dirigía en busca de la taberna.

Mientras caminaba se alegró pensando que al menos el pueblo no estaba abandonado, que su gente no fuera demasiado simpática a ella le daba igual...

 

(Continuará)

 

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