Me detuve a mirar
el viejo vaso de recuerdos,
hecho pedazos, dormido
en un rincón.
Ya no lo bebe el agua
ni lo entibia el café,
solo está allí, asonante,
diciendo que la vida sigue,
que él es un caleidoscopio
de otros tiempos y yo, un raro poema
que describe como ambos
nos fuimos,
o tal vez nos quedamos atrás
sin añorar a nadie.
Un poema que hace extraordinario lo ordinario.
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