Obra de Arunas Rutkus |
Náufrago y orilla
Estaba allí, ensimismada y ausente. Los ojos navegando a la deriva en un mar sólo por ella conocido. El humo del cigarrillo, olvidado entre sus dedos, subía hasta el rostro y la hacía parpadear.
Ella era su propio universo.
Me detuve a mirarla del otro lado del vidrio, le sonreí, me devolvió la sonrisa.
Nuevamente se retrajo.
Entré al bar, me acerqué a su mesa y la saludé. Con un gesto casi imperceptible me invitó a tomar asiento. Ancló su mirada en mí y dijo:
-Gracias por venir, hace mucho que te espero, necesitaba hablar con vos.
El mar por el que ella navegaba se había embravecido, se asió a mi orilla y derramó el torrente diciendo:
-Todo está aquí, dentro mío, en un lugar recóndito al que no puedo acceder para desraizarlo. Se fertiliza con el tiempo y da frutos que a su vez crean semillas, éstas se reproducen y crecen. Estoy poblada de recuerdos que quiero olvidar, en cambio mi alma está desolada, es un hueco infinito de nostalgia y melancolía, un desierto inerme, producto de una mentira, que es mi única verdad desde entonces, mas hoy, que te veo frente a mí, comienzo a creer que hay otras verdades que debo encontrar.
Con un destello especial en su mirada, corrió la silla, se incorporó y con paso firme y decidido fue hacia la salida.
Nunca supe su nombre, tampoco ella el mío.
Fuimos náufrago y orilla.
Vuelvo a pasar a menudo por ese bar, ella no está. Quizás al volver a la mar de sus sentimientos haya encontrado su rumbo.
Yo, aún, estoy buscando el mío...
ME GUSTA MUCHO TU CALIDAD POÉTICA, PONÉS EL ALMA EN CADA PALABRA ACERTADA Y LE DAS UN VUELO INTERESANTE AL POEMA. GRACIAS.
ResponderEliminarBellísimo! Un texto que cautiva.
ResponderEliminarExcelente amiga. Tus amigos que te quieren, desde Mar del Plata.
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