Esperando a Ernestito
14.19
Es temprano. Ernestito me dijo que vendría en el tren de 14.27, pero en una de esas se desocupó y alcanzó el anterior. Lo mismo hay tiempo hasta las 15 cuando cierra el banco. Claro que dijo que vendría como para tomarnos antes un café aquí en la esquina. A mí me parece mejor ir al banco primero, después tomamos tranquilos el cafecito y charlamos. ¡Ernestito! Para mí sigue siendo Ernestito, flaquito, antiojudo ¡pobre¡ con esa cara de gil, siempre lo tomábamos de punto. Debe andar por los cuarenta y uno, era el más chico de la división y un traga.
Quién diría, Ernestito, después de tantos años sin verlo, me lo encuentro en Retiro, y apenas le conté el problema, me ofreció prestarme los mil cuatrocientos dólares para levantar los malditos documentos. Pensar que mi cuñado, mi propio hermano y Germán mi mejor amigo, me largaron duro cuando les pedí prestado el dinero. ¡No es joda! Voy a perder mi casa si no cumplo este mes con las cuotas de la hipoteca.
Ahí bajan las barreras, ya viene, a esta hora viaja poca gente, lo voy a ver enseguida.
Parece que no vino en éste, no importa, el próximo es el de y veintisiete.
Qué agradecido le estoy, es un amigo. Pensar que lo tenía loco a las cargadas. ¡Las que le hacíamos con el negro Benítez! Se comió las amonestaciones el día que le pusimos el sapo en la cartera a la gorda de geografía, pero este Ernestito es de buen corazón, no me guarda rencor. Cuando le saqué la novia, el día del casamiento, vino a saludarnos y desearnos felicidades. Nos hizo un regalo y todo...
14.27
Ahora sí, ahí viene. Le dije que estaría debajo de la campana para que me ubique con facilidad. Baja una pandilla de escolares, un par de señoras mayores, una morochita que me mira... Sube la parejita que se besuqueaba todo el tiempo, el tipo del maletín, que recorría el andén de una punta a la otra y la mamá joven con un bebé y otro sabandija que correteaba cerca de las vías para mi desesperación.
Campanazo y partida. Ernestito, no vino en este tren, no importa, todavía hay tiempo. En el próximo, a las y treinta y seis, estará bien igual, llegaremos bien al banco, son dos cuadras.
Algo le debe haber pasado, cualquiera se demora. Pero él me aseguró... Siempre fue un tipo serio, de palabra, no me va a fallar ahora, en una cosa tan importante.
Me parece que estoy hablando solo, el gordo de camisa entreabierta, se está riendo. ¿Qué mirás boludo? Las tres pendejas que hablan a los gritos y mascan chicle, ya me tienen cansado reventándome globos cada vez que me pasan al lado.
Bueno, por fin, ahí viene el tren. ¡Es el del otro lado!. No, no, el de Retiro también viene pitando tupido por un imprudente que cruzó con la barrera baja. ¡No aprenden!
Ahí está el pelado anteojudo. ¡Ernesto! ¡Ernestito! Perdón señor, me confundí, espero a un amigo. ¿Será posible? ¡Dios mío! El otro es el de y cuarenta y siete. Medio ajustado, pero llegamos. ¡Y estos del banco que te cierran la puerta en la cara!
Mejor me voy para el lado de la estación más cercano a la avenida, así, apenas lo vea, le grito y salimos corriendo.
¡No me falles Ernesto querido, sos mi salvación! Mi familia y yo te estaremos agradecidos toda la vida. Nos vas a tener para cualquier cosa, hermano. Te lo vamos a devolver, como sea, pero te vamos a cumplir hermano. ¿No me habrás hecho el cuento para vengarte de las travesuras de la adolescencia? ¡No! Cómo voy a pensar semejante cosa.
14.45
¡Milagro! ¡Viene adelantado! Yo sabía Diosito que no me abandonarías.
La gente me mira con curiosidad. Debo parecer un loco. ¡Qué me importa! ¡Ya viene! ¡Ya viene! Seguro que ahora sí. ¿Dónde estás Ernestito? ¡Estoy acá, no te veo! ¿Dónde estás?
Campana y partida. ¡No puede ser! ¡Este también se va! El próximo a las quince y uno. ¡Será tarde, demasiado tarde!
¡Cómo me lo creí! ¡Este hijo de puta se cobró bien! ¡Jugó con mi desesperación! ¡Encontró la oportunidad servida y la aprovechó! ¡Con esa cara! Siempre haciéndose el bueno, pero mostró la hilacha. ¡Canalla! Ya me parecía que no era posible tanta generosidad. ¡Qué podía esperar! Estaba clavado que iba a pasar. Bueno ¿Qué se le va a hacer? Si por lo menos en San Isidro hubiera carreras, en una de esas se da.
Flaco ¿ya vino “La Razón”? Pero ¿qué me das? ¿tengo cara de gil para que te hagas el gracioso conmigo? ¡Me estás dando el diario de ayer! ¿Cómo que hoy es miércoles?
¿No es jueves hoy? ¡¡¡No es jueves hoy!!!
Excelente!!!
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