domingo, 13 de agosto de 2023

Jorge Baudes-Argentina/Agosto 2023


 

El alga invasora

—Zapec. Revisa los sembradíos. Las huestes requieren de suficiente abastecimiento para poder sostener la invasión.

—Comprendido, majestad. El Reino de Tybor tendrá finalmente su nuevo lugar de asentamiento. Descuide, llevo un riguroso control gnésico sobre la evolución de las algas y los deflectores de irradiación compensan el grado de salinidad de las mismas.

—Sí, pero no todos los lugares han resultado propicios. Deberemos consolidar los reservorios y la distribución de los mismos. Los lugares de descenso de las naves deben contar con accesos rápidos y seguros. Ya hemos observado interferencias de los humanos.

—No majestad. No habrá injerencias extrañas. Tenemos desplegados mutantes como avanzada, insertos en las comunidades más próximas. Algunos, revistan como científicos de un Centro especializado con sede en lo que ellos llaman Puerto Madryn, paralelo 42, en el golfo donde hemos plantado en 1992 las primeras semillas. Otros, con morfología subacuática están abocados al desarrollado de grandes plantíos en la ría de Puerto Deseado en el paralelo 47° 45’. Ellos han estudiado el suelo marino y la salinidad de la cuenca. Ya lograron colonizar el intermareal cercano a la Isla Quinta. Los esporofitos ya se han fijado al fondo rocoso. Con otros mutantes nos hemos introducido en grandes embarcaciones de carga  y así estamos logrando que el tráfico naviero sea la forma de expandirla a otras áreas geográficas, fijando el alga al casco de los buques. Así hemos procedido en áreas denominadas Japón, Corea y China, donde los humanos tratan de incorporarla para su propio consumo. Ya estamos ensayando también en el Mediterráneo, en Nueva Zelanda, Tasmania y Australia, otros probables lugares de asentamiento cuando se produzca el Gran Desplazamiento de nuestra especie. Asimismo, otros mutantes, han ocupado ya cargos en los puestos de control que ellos llaman Parlamento o Legislatura y también cerca de la cabeza del gobierno. Siempre tendremos influencias nuestras en las decisiones que tomen, ya sea para alentar el cultivo como para disiparles dudas sobre su procedencia o las consecuencias que puedan traerles.

—¿Consecuencias? —replicó con furia Su Majestad—.  Siempre existirán consecuencias cuando una civilización compita por el espacio con otras más primitivas. Ésta es la ley universal de la evolución. Así pasó en muchos sistemas solares como en la estrella Antares y en Alfa del Centauro, años luz atrás. Los “Segers” no pudieron adaptarse a los bruscos cambios que soportaron en el planeta binario Syros de la estrella Antares y también debieron migrar hasta Alfa, como nosotros a esta Tierra, debiendo  “reubicar” a sus moradores.

—¿Reubicar? —preguntó Zapec, consternado

—Sí. Siempre habrá una redistribución de tareas cuando aparezca una nueva civilización dominante. Así pasó aquí en visitas anteriores que hemos realizado cuando ayudamos a los pobladores del antiguo Egipto o al pueblo Azteca, acá en esta parte del planeta. Pero ahora es el turno de que nos ayudemos a nosotros mismos.  En este caso, ellos, podrán continuar como nuestros recolectores de algas…

—Sí, Majestad. Usted ordena. ¿Y, ya pensó qué nombre tendrá nuestro alimento cuando el mismo alcance su mayor grado de maduración?

—Pues, Zapec. Hemos de honrar a nuestro lugar de origen y como esta planta representa el elixir que nos asegurará una vida universalmente eterna le pondremos como nombre el de nuestra estrella: UNTARIA.         

 

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