miércoles, 7 de febrero de 2024

Carlos Caposio-Argentina/Enero 2024


 

La dignidad de un trapo

 

¿Cuándo me van a lavar?

Dicen que no es correcto

¿Pero qué es correcto?

Si la gente de lo flaca que está

flamea más que yo.

¿Qué es correcto?

Si ya no me defienden

y quieren cambiarme por otra.

 

 

Yo sé que el azul y el rojo

son los colores más lindos

y que las estrellas

 quedan finas en ella.

También sé

que está clavada

en todos los países,

pero yo no la quiero.

 

 

Se hizo linda

a costa de las demás.

A mí me quita brillo.

Hace que me olviden.

Que no importe mi color de cielo.

Que no vean el sol

si me enojo y me hago guerrera.

 

 

No me gusta la batalla,

pero hay cosas que parecen un abuso.

 Entonces quisiera que el sol esté siempre dentro de ustedes.

Estoy dolida,

me gustaría estar archivada

en mi caja de madera,

con la manija del mástil encima.

 

 

 

¿Cómo no me va a doler?

 Si las personas que,

en mi nombre mandaron a las islas,

están pidiendo limosna.

Si los abuelos mueren de frío.

Parece que en este país

sólo me quieren cada cuatro años.

 

 

 

Recuerdo cuando los militares

me usaron de banda presidencial,

yo ya lo presentía,

siempre pasaba lo mismo,

entonces quería achicarme, asfixiarlos.

Después vino Bignone que me cosió y me entregó. “Empezaba la democracia”.

Se terminaban las muertes que supuestamente eran en mi nombre.

Esas que en realidad,

eran en nombre de la otra, de la del norte.

 

 

Venía un tipo de bigotes

que traía democracia y esperanza.

Pero no pudo.

Después, el que decía que me amaba.

Ese me hizo ilusionar,

comencé a flamear con fuerza

porque todos volvieron a quererme,

pero poco a poco,

me fue vendiendo por partes.

Lo que más me lastimó,

fue que muchos lo sabían y

 nunca hicieron nada.

 

 

Quisiera que me canten más seguido,

que me icen con la cabeza en alto.

Después llegó ese títere,

a poner su dedito en el interruptor,

y llegaron los saqueos, más muertes,

el golpe de estado encubierto

de un cabezón.

 

 

 

Ya no me defienden,

ni me pasean en caballos blancos.

Ustedes me crearon y luego me guardaron.

Y aunque hoy me deshilacho cuando tiran leche en mi nombre,

no pierdo la esperanza.

Tengo fé.

Porque mi padre era un valiente.

Porque muchos, murieron por mí.

Eso me hace digna.

Me hace grande.

Me hace más que un trapo.

 

 

 

 

 

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