jueves, 21 de marzo de 2024

Jorge Etcheverry-Argentina/Marzo 2024


 

Crimen involuntario con vitral, calle y gato

Un gato desde un umbral miraba a los escasos transeúntes que atravesaban ingrávidos la luz de la mañana.  Desde el interior de una casa antigua por la que paso brota un grito de mujer.  Un grito de dolor y miedo como nunca creo haber escuchado.  Algo se quiebra dentro de mí y miro hacia todos lados y agarro un ladrillo desde una pila que habían dejado unos trabajadores.  No sé si llevado por un impulso irrefrenable y común de detener un abuso, una violación o un asalto, pese a mi timidez y natural cobardía, o quizás llevado por la adrenalina y el impulso agresivo que provocan en el hombre ciertas situaciones, a lo mejor esperando frenar el desarrollo del crimen o la violación, doy un golpe con el ladrillo y desmenuzo en una lluvia de cristal la mampara de la puerta, que es como un hermoso vitral con pájaros.  Otro grito brota casi frente mío y me paraliza con el ladrillo enarbolado en alto listo para dar un segundo golpe. Alguien, atraído por el estrépito que producía, o que había estado por salir al otro lado de la puerta, había recibido el ladrillazo de lleno en la frente.  Un cuerpo se desplomó a mis pies sobre pedacitos brillantes de vidrio multicolor.  Un río de sangre le brotaba de la cabeza, abierta como una sandía.  Aterrado, lancé el ladrillo lejos y me eché a correr. Pude ver que se asomaba gente a las puertas y ventanas de las casas. A otros que parados en la calle me miran pasar corriendo. La llegada a la esquina se me hizo eterna. Después me acuerdo de haber seguido corriendo y doblando esquinas, en forma casi automática, esquivando vehículos al cruzar las calles, hasta que ya no di más.

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