Pintura de Erika del Maso |
Se sonrojaron las cayenas
Cada día
se hacen más lentos
los pasos de la ausencia.
No puedo pretender
más plazos en este tiempo
adeudado.
Se agota el riego
en mi corteza,
dónde pocas hojas verdean
dónde el sepia va tomando
espacios
en el llanto del verano.
Justo
sería tomarme
Y sin discreción
susurrarme:
" No me imaginas mujer,
déjame morder tu alma"
cuando aún llueve
en los poros.
Cuando sueltan las pavesas
los leños en la mirada,
para alumbrar tus crepúsculos.
Trinan los pájaros
en las cayenas sonrojadas.
¡Ya se encargará el polen
en tus labios de sembrar mariposas
en mi vientre!
Donde los juncos se cimbran.
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