Carta a mi padre, Wilson Dorado, aunque ya no está entre nosotros pero sí en mi…
Dicen los que saben que los que parten definitivamente, esos a los que pasó a buscar el último tren. ya no ven, no leen, no escuchan ni sienten.Que después de la muerte…nada. Pero hoy me tomo el permiso de descreer de esa teoría aunque sea un ratito. No se, las necesidades, a veces, tienen sentido solo para el que las siente; por eso me atrevo a pensar por un momento que a mi padre desde la dimensión en que se encuentre, por ahí le llega mi pensamiento nacido el día que cumpliría 104 años entonces me tomo el tiempo para escribir estas líneas.
Al fin, digo, ninguno de los que se fue vino a confirmarme que la muerte te anula los sentidos. Me hace falta creer que no, si yo siento que tras de mí andan dando vueltas mis seres alejados, hayan sido familiares, amigos, compañeros.
Mi padre fue un hombre fuerte, trabajador a destajo empezando desde muy niño a colaborar con monedas para que en la mesa familiar no falte el pan. Así aprendió y me transmitió la idea de que nunca un bocado cae del cielo…de que cuando falta hay que salir a conseguirlo y él con sus hermanos lo hicieron cuando su padre, asturiano en Argentina, pasaba tiempo incontable en las cárceles del Estado por su condición de militante anarcosindicalista en épocas de las grandes luchas obreras en la década del ´20.
Así se formó mi padre, sin escuela, con trabajo infantil y una férrea tenacidad por la justicia. Esos principios por la dignidad me los transmitió desde muy pequeña. Porque él siguió en lucha cruenta, junto a mi madre, cuando la mal llamada Revolución Libertadora comenzara con sus persecuciones y crímenes de lesa humanidad creando un feroz Terrorismo de Estado.
Fue entonces, desde mis 6 primeros añitos, allá por 19 55, que fui aprendiendo a partir de sus hechos y palabras que en la vida se puede perder todo menos el coraje, los valores, la rebeldía. Que lo que sí hay que perder es el miedo, que hay que exigir nuestros derechos, que no hay que traicionar nunca, que a un amigo siempre, siempre se lo ayuda y se confía en él aunque nos cueste la vida. Aprendí que la lealtad no se abandona nunca y que debemos responsabilizarnos por nuestras acciones. Con los años papá y yo dejamos de pensar igual políticamente. Se que no le gustó mi viraje, pero también supo que justamente, mucho tenían que ver sus lecciones de vida aplicadas desde que fui tan pequeña, cuando con mi madre me enseñaron a pensar.
Cuántas cosas no me hubieran pasado de haber estado acá, Pa. Aunque en mis peores momentos sentí que me estabas empujando para hacer lo que tuviera que hacer para salir del espanto.y salimos, Pa. Como siempre salimos de los peores dolores juntos. Por eso hoy, en el día de tu cumple 104 te hice este recordatorio aunque digan que los que partieron ya no ven, no leen, no escuchan. NI sienten, Que después de la muerte…nada gracias Pa por ser mi ejemplo y guía siemprRe! Por haberme dejado tu fuerza y empuje frente a la adversidad, eso fue lo que me mantiene con vida hasta el momento.
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