jueves, 28 de noviembre de 2024

Norberto Ramazotti-Argentina/Noviembre 2024


 

                                                                                                                                         21/05/2015

 

                                               EL AMANECER

           Con los ojos bien abiertos escudriña el sitio, ahora a obscuras, por el que, quizás en poco tiempo, la pequeña ventana de vidrios repartidos, celosía metálica y una fina  cortina de voile, debería traerle la noticia de la llegada de la madrugada.   

             -¡Carajo que se hizo larga la noche!- refunfuña.

               La insatisfacción (-¡Amor, sabés que hace unos días no puedo!-le susurró ella ante su insistencia) le engloba los bóxer y le crispa los nervios.

                El calor de su cuerpo dormido abrazado a él, al comienzo de la noche, le subía la temperatura  pero lo fascinaba saberla entregada  a su cuidado  . Le costó dormirse y, además, al poco rato, un codazo de su” nueva compañera de cuarto” lo despertó.

                Se encontró durmiendo en una angosta franja de la cama matrimonial mientras que ella se despatarraba a gusto y placer.

               Mirando a un lado y a otro, ahora le parece ver el florero,  regalo de casamiento de la tía Vera, con las rosas enviadas por los muchachos de la oficina  y que, sobre la cómoda,  pone un toque colorido y romántico en la habitación,  cuyo mobiliario completan   la cama ,una mesita de luz  y dos sillas.

              -Nooo.  Puro sueeeeño- se enoja con la tardanza de la luz.

              Otro codazo lo distrae de sus pensamientos mientras la “vecina de cama” se acomoda nuevamente. Con ternura, suavemente, evitando despertarla, acomoda el cuerpo tratando de correrla un tanto hacia su lado de la cama matrimonial.

              -¿Y esto?¿Siempre va a ser asi?. Confucio dice que la mujer tiene la mitad del cielo, pero esta ya va por las tres cuartas partes de la cama- se impacienta.

               De pronto: -¡Si, ahora si!- apenas un hilo de luz se deja ver a través de la cortina : “de voile amarillo, regalo de la Madrina de boda, la prima Alejandra”,  le viene a la memoria.

                Sale de las sábanas pegajosas por el calor del verano que el ventilador de techo no logra paliar, busca a tientas las ojotas bajo la cama y, silenciosamente, pasa primero por el baño (¡infaltable!) y luego a la cocina.  Enciende una luz no sin antes cerrar la puerta, (¡se la veía tan bonita con el pelo revuelto durmiendo abrazada a la almohada!).  En una hornalla pone a calentar la pava y en la otra el tostador y sale al pequeño patio de dos metros por uno veinte con sus bóxer “abultados” -¿Quién me va a ver?- piensa-. Además de ser una hora  temprana, el pequeño espacio, separado  de otro departamento por una tapia de dos metros,  tampoco tiene vista abierta como para preocuparse por la ropa.

                  -Por lo menos, está un poco más fresco aquí-

                    Mientras tanto arriba, en el pequeño espacio de cielo que allí se deja ver, una suave luz va surgiendo poco a poco, mostrando un par de nubes alargadas como caminos celestiales, enmarcadas de colores que giran del amarillo al rojo y luego al gris oscuro.

                     -Buehh, parece que se nubla el día-, pronostica con el mate que recién acaba de llenar en una mano, mirando al cielo y rascándose la nuca. En ese momento y llegados sin un ruido, un par de brazos lo aprisionan desde atrás.

                  -¡Hola Papi,¿ me das un matecito?-la dulce voz lo sobresalta mientras un cuerpo joven se apretuja a él , completa el saludo con un beso en la espalda y  caricias en el pecho y le arrebata el mate que acaba de llenar.-Se está más fresquito aquí- acota la “compañera de cuarto” estirándose después de bostezar, lo que eleva la corta remera que usa para dormir dejando al descubierto su pancita infantil y otras partes muy interesantes de su hermosa anatomía que ahora se ven claramente a través de la lechosa claridad gris  del día nublado.

                       -¡Hummmm!,  parece que “Jorgito” sigue alterado-  dice socarronamente, terminando de sorber su mate y mirando la hinchazón de los bóxer. -¡Pobre mi amor!- y devolviéndole el mate terminado, lo abraza con fuerza y besándolo tiernamente le susurra:

                     - Vení, Papi, que aunque ya amaneció, vamos a alargar un poco nuestra primera noche en esta casa-.

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