jueves, 28 de noviembre de 2024

Santiago Espel-Argentina/Noviembre 2024


 

La luna de Valencia

 

 

 

Ese que me mira soy yo.

Corte Beatle y espinaca

de Popeye pegada

en el delantal a cuadros.

El corazón del payaso

late junto al corazón

de ese que me mira y que soy.

De ese que seré y que fui.

¿Qué miraba ese que soy?

¿El pajarito y la mano

profesional del fotógrafo?

¿Miraba el futuro

o la luna de Valencia?

¿Dónde y cuándo se perdió

esa mirada y a través

de qué espejos, y de qué lluvias?

Yo también lo miro a ese

que me mira, por fuera de la foto.

Le digo vamos, vine a buscarte.

Me dice que se viene con

el payasito y que si no no.

Ese que soy y que me mira

viene abrazado al payaso.

Los dos corazones latiendo.

Uno junto al otro. Pum pum.

¿Qué miraba desde el fondo

de esa sala de jardín de infantes?

¿El verdadero rostro del mundo

o la espalda del mundo imaginario?

Yo lo miro y lo recuerdo con

los chalecos de mi padre,

manchados de yogur y espinacas

en la batalla diaria de la salita.

¿Qué me dice ahora ese que soy

y que viene a buscarme,

a darme la mano sin soltar

el payaso, sin soltarme la mano?

¿La luna de Valencia?

¿La forma de las nubes pasando

por la ventana abierta?

Yo le digo vamos, llegó el recreo,

en el patio hay un rayo de sol

para subirse a caballo. Vamos,

sonó la campana, vamos, ahora.

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