martes, 19 de agosto de 2025

Inés Varela-Argentina/Agosto 2025


 

MALIH

 

Mi nombre quiere decir rostro hermoso. Los brazos de mamá me rodean el cuerpo como una coraza, una de sus manos protege mi cabeza con suavidad y ternura. De vez en cuando deposita un beso sobre ella. Se llama María. No tenemos casa y mi papá no vive con nosotros, está en la guerra. Todo a nuestro alrededor son escombros y piedras, El suelo es tierra y arena. Parece que el aire tapa el sol y las cosas se ven a través de una niebla de polvo. Ya no me asusto cuando escucho estruendo a mi alrededor, es cosa de todos los días. Mamá cambia de lugar constantemente, caminando sobre restos de antiguas casas, buscando algo para beber y comer, a veces llora como yo, pero sin hacer ruido y sus lágrimas me sobresaltan cuando caen sobre mi rostro. Pero sigue caminando sin rumbo y me aprieta contra su pecho, a veces fuerte, entonces me separo de sus brazos y la miro. No me gusta lo que veo, una tristeza desesperada, sin consuelo, con resignación.

Mamá sigue caminando y es de noche. Sus zapatos casi no existen, tiene los pies doloridos. Hay luces en el cielo y no son las estrellas. Esos ruidos que no conozco siguen retumbando en el cuerpo que me sostiene. Pero un hombre vestido de blanco nos sostiene amorosamente, parece irreal y fantasmagórico. Mamá sigue caminando ahora lentamente, se sienta sobre una piedra grande y habla despacito. No entiendo lo que dice, pero su sonido es dulce, parece una melodía. Se queda dormida y yo, prendido a su pecho, también me duermo. Amanece y una joven mujer nos despierta con un vaso de agua y ayuda a mamá a levantarse. Nos lleva a una gran carpa blanca y azul y nos ofrece un lugar para dormir. Mamá suspira hondo y se vuelve a dormir.

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