Reflejo
Florecer siempre.
Desde el pétalo encendido y la antorcha
que arde.
En la sonrisa y en la mueca.
En el dolor y en las remembranzas.
Florecer…en vapores perfumados,
que suben desde nuestro pecho
y envuelven el rostro, llegando al olfato.
En palabras de aliento;
endulzando el día de los tristes.
En las cenizas de aquel amado;
aquél, cuya vida se nos fue entre las manos.
Al que un día perdimos, sin regreso…
Volver, muy de mañana en la aguada fresca.
Volver a ser rosa y ser jacinto.
En recuerdos de tiempos repartidos,
entre lo cotidiano, lo efímero… y lo culminante.
En las costumbres y las uniones;
la mesa con los alimentos;
el “gracias” y las miradas.
Florecer sencillamente; como una violeta
entre grandes hojas acorazonadas,
que gentiles dejan al pequeño tallo, erguir…
En un gran ramo de novia,
con sueños de mañana y de renuevos.
Volver, entre las hojas agotadas;
apenas una yema de advenimiento…
mostrando el ahínco por la vida.
Entregarnos, cual canasto de ofrendas
en un día cualquiera, a seres hambrientos.
Ser ceniza y carbón ardiente.
Germen, flor y hoja.
Polen y leño seco…
3 comentarios:
un poema dónde la naturaleza está presente simbólicamente y también de manera contundente y real
muy bueno, graciela
Gabriela Bruch
revlaiguana@yahoo.com.ar
Bello poema, mi querida Graciela, con buenas imágenes, me agradó leerlo.
Y sí... así es, "florecer siempre", verdad?
Gracias por compartirlo.
Mi abrazo
Analía
¡Muchas gracias por la publicación, querida Analía! Como siempre, un honor para mí estar aquí. Un abrazo grande, Graciela.
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