Esculapio
En un país muy…muy…lejano había un pueblito de monstruos que se llamaba como es de esperar “Monstruolandia”.
Las señoras monstruos lavaban la ropa, cocinaban, limpiaban las casas como todas las mamas monstruos.
Los papas al igual que todos los papas: iban a trabajar, jugaban al fútbol y arreglaban las cosas que se rompían en las casas.
Los chicos iban a la escuela a estudiar y a aprender a ser monstruos.
Las maestras enseñaban el arte de gruñir mostrando los dientes y frunciendo el ceño.
El ídolo de los chicos era Frankeistain y todos absolutamente todos lo imitaban: caminaban con los brazos extendidos y a pronunciar la “Ah…” inflando la panza como lo hacia el.
Esculapio era el mejor del grado, no solo sabía leer y escribir sino que también tenía diploma de honor en las artes de asustar I y II. Pero de que le servia tanto conocimiento si solo asustaba a sus propio amigos y compañeros. Fue entonces que decidió salir al mundo a asustar gente desconocida. Por supuesto que el momento ideal para hacerlo era por la noche. Espero para irse una noche de invierno gris y con niebla, esa si que era una noche para el espanto.
Camino un largo trecho hasta que encontró un buen lugar para practicar algunas lecciones del Manual de monstruos. Era cerca de una laguna sombría y tenebrosa. Esculapio se escondió detrás de un árbol y espero asechando… Pasó horas y horas hasta que le fue ganando el sueño y; cuando ya estaba dormido escuchó un fuerte y sonoro ¡GRRRRRR!!!!Mamita querida que susto sustísimo, tanto que el corazón se le agitó mucho en el pecho ¿Quién le había gruñido? Resuelto a saberlo se dio vuelta para mirar y se encontró con el feísimo monstruo de la laguna el que a su vez al ver a Esculapio se asusto también y los dos se cayeron al piso de miedo. De inmediato cerraron los ojos para no verse y cada vez que los abrían….¡¡Ay!!!... se volvían a asustar. Así estuvieron un rato laaaargo hasta que se cansaron y se hicieron amigos. El monstruo de la laguna le contó que se llamaba Ness y como tenían hambre comieron un poco de esas cosas que comen los monstruos: lombrices sazonadas con barro, murciélagos secos, arañas peludas fritas. Después los dos decidieron alejarse un poco mas del lago a ver si encontraban a alguien para asustar y mientras caminaban escucharon uno a pasos detrás de ellos.
Paraban y los pasos se detenían también. Volvían a caminar y los pasos comenzaban a sonar. El miedo se apodero de Esculapio y de Ness. ¿Quien era?....Esa pregunta jamás llegó a formularse porque de pronto se escuchó un GRRRRR tan grande y espantoso que obligo a los dos amigos a abrazarse para no desmayarse, fue tanto el susto que Ness se hizo pis encima.
Una figura gigantesca y siniestra apareció entre los árboles…era peluda y que cada vez que hacia GRRRR se olía su mal aliento. El monstruo peludo se cansó de decir GRRRRR por lo menos como cien veces pero Esculapio y Ness no se separaban estaban muy apretaditos dándose coraje el uno al otro y llamando a sus mamas. Por último el monstruo dejo de gritar porque el también extrañaba a su mamá y les contó que se llamaba Pie grande porque tenía unos piezasos de mucho tamaño y como le costaba encontrar zapatos de su número prefería estar descalzo
Los tres se sentaron sobre la hierba y como casi amanecía desayunaron juntos: tomaron un poco de agua medio podrida (de ahí el mal aliento de Pie) un poco de luciérnagas con miel y crocantes de ciempiés. Se rieron mucho contando sus cosas de monstruos.
Los tres llegaron a la conclusión que no era tan divertido ir asustando a la gente y que lo mejor del mundo era tener amigos y disfrutar de la vida con ellos.
Desde ese día Esculapio, Ness y Pie grande se reúnen casi todos los días a tomar la merienda juntos, solo que ahora… se les sumó otro amigo: El Dragón rojo de la montaña. Pero eso se los cuento otro día.
Colorín colorado
Este cuento de Monstruos
Ha terminado
La maquinita paseandera
¡Aquí les presento a mi maquinita! Tiene una sola chimenea y muchas, muchas ruedas.
Ayer mi maquinita se fue a pasear por la gran ciudad ¡Chuf! ¡Chuf! decía mientras marchaba alegremente.
Recorrió calles, avenidas y hasta cruzó un charco de agua.
Anduvo tanto…tanto, que llegó a un pueblito donde vive mi tía Ramona. La que usa un sombrero de margaritas azules y un vestido repleto de lunares blancos y marrones.
Cuando en el pueblo vieron que mi maquinita se acercaba...formaron un comité de recepción con 5 vagones (3 de carga y 2 coches comedor), 32 changadores y un jefe.
Mi tía Ramona, preparó para la ocasión 200 tortas, 3 alfajores y un bombón ¿Para quien? ¡Ufa! Todavía no lo sé.
Cantaron el arroz con leche y la farolera .Bailaron a la ronda - ronda del gato y el ratón.
Pero mi maquinita comenzó a extrañar, entonces…. Entonces dejó caer gruesas lágrimas.
Y lloraron mi tía Ramona, el jefe de estación, los 32 changadores, los 3 vagones de carga y hasta los 2 coches comedor.
Los vecinos del pueblito alarmados por la inundación que provocaba tanto llanto, llamaron a los bomberos y rápido muy rápido pusieron todo en orden.
Pero mi maquinita seguía triste ¡tristísima!
Un viejito sabio, muy sabio y muy viejito dijo –“Esta maquinita necesita amigos”
Todos absolutamente todos abrieron sus bocas en forma de “O” y al unísono exclamaron..: “¡OOOhhh…!”
El jefe sacó el silbato y… ¡Fiuuuu! – Atención. Propongo que acompañemos a la maquinita en su viaje de regreso-
y todos nuevamente todos dijeron…
-“¡Sipi! ¡Sipi!” .Uno solo dijo: “Noponopo”. Pero es porque no escuchaba bien con tanto alboroto
¿Y a que no saben que dijo mi maquinita cuando me vio?
¡Chuf! ¡Chuf-chuf! Que quiere decir –“Estoy muy contenta”.
Y…Colorín colorado, este lindo cuento se ha acabado.
Chuuuff (Fin)
Muy lindos cuentos. El primero genial.
ResponderEliminarMirta Pérez
ES MUY BUENO, NUESTROS NIÑOS DEBERIAN DIFRUTAR MAS LA LECTURA INFANTIL
ResponderEliminarGRACIAS ADRIANA POR PENSAR EN ELLOS