AHORA, LA NADA
La tarde languidece,
embriaga mi cuarto,
recuerdos que acuden
que duelen muy dentro.
Cascada de emociones
florecen en mi mente,
el silencio es aliado
de mi soledad.
El resplandor del ocaso
deslumbra mis ojos
como aquella primavera
que estalló al verte.
Veinte,
sólo veinte,
tu pelo largo,
tu sonrisa suave,
tu seguridad arrogante.
Evoco y riego mis labios
con el néctar nuevo
del amor recién nacido.
elegido para ser eterno.
Y ahora,
la nada.
Muy buen poema.
ResponderEliminarElisa
Muy bueno. Lidia Moré
ResponderEliminarMe agradan tus poesías
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