domingo, 17 de marzo de 2013

Marta Díaz Petenatti-Zona rural de la Provincia de Santa Fe, Argentina/Marzo de 2013

RAÍCES


Estoy muda y expectante en esta tierra que me aferra a mis raíces para que pueda  parir un nuevo giro en la historia de mi vida.
Quiero crecer, salir, volar, mas no puedo.  Me sumerjo cada vez más en la herida que va dejando la tierra abriéndose como volcán erosionado por el tiempo,  aunque latente en su instinto.
Me atrapa, me hacer gozar sintiendo el aire cálido sobre mi rostro que sólo queda afuera para hacerme saber que no soy de ningún lado, que no pertenezco a nadie, que todo depende sólo  de mí y del  esfuerzo para quedarme  o salir.
La decisión es importante como lo son estos anclajes que impiden me mueva con la soltura que mi sangre necesita.
 Me siento débil por momentos, mas  por otros me doy cuenta que mi instinto está buscando fuerzas para dar el gran salto, para desprenderme de este lugar, de este pozo profundo, negro, que me deja solitaria y asida  a un mundo donde las raíces son el fruto de amores nómadas e inciertos, donde todos vienen a dejar sus nombres  sin importarles ni lastimarme  ni  hacer de mí esta imagen sangrante que hoy soy.
Mi cuello al viento significa el trampolín donde saltaré al infinito para llevar a cada uno esta voz que enronquece con el aire y se dulcifica con el sol.
 Que necesita de una mano que lo tome, lo acaricie, lo haga sentir que puede seguir viviendo sin pedir permisos ni licencias, sino basándose en su empuje, en su fuerza, en su necesidad de alas concretas y no sólo imaginarias.
Los molinos del pensamiento giran a mi alrededor y tomando su viento entre mis manos  me podré ir con él surcando cielos y cantando felíz una dulce canción de libertad.

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