EL CASAMIENTO
Qué viento
habrá soplado para que María Inés se levante una mañana y decida que para fin
de año estaría casada. No se le conocía pretendiente y en el pueblo no había
hombres que rondaran los treinta años que fueran posibles candidatos. María
Inés ocupó sus días en planificar la lista con todo aquello que se necesita
para un ajuar. En la tienda de doña Eulogia había telas para todos los gustos:
hilos, sedas, rasos, algodones, encajes y tules. De este último trajo varios
metros, para ella una novia debía verse vaporosa y con los tules al
viento, como en las películas de Hollywood. Era buena para las manualidades y
hacía prodigios con la aguja. Llegaba cargada con paquetes, cintas y cordones
canturreando felíz.Consiguió un maniquí y atónitos los de su casa vieron como
lo fue vistiendo con el que sería su vestido de novia. Mi tía la espiaba con el
rabillo del ojo por la puerta entornada. Una capelina descansaba en la cabeza
de la muñeca sentada en la silla junto a la ventana. Un vestido con volados y
faja en la cintura de un rosa como el crepúsculo destacaba su esbeltez, esto
sería para el civil. No perdía detalle-pensó-todo parecía tan real. Tía Julia
no se atrevía a encararla y pensó en pedir ayuda. El indicado era el padre
Juan. Las vecinas estaban intrigadas.
La misa del
domingo reunía a todos los habitantes de Casas Blancas. María Inés cantaba en
el coro, había cosido el mantel del altar, colaboraba con las señoras del
taller de la Liga de Madres, así se ganaba un lugar para cuando ella lo fuera y
podía estar cerca de los niños para las fiestas y ver la carita de alegría
cuando ellas llegaban cargadas de regalos. Un alma piadosa como pocas.
Enterado el cura de que se preparaba para su boda sin
tener a la vista al novio era el más indicado para hablarle. Esto pensó tía
Julia y se lo hizo saber buscando su pronta intervención.
Llegó el domingo y a la salida de misa el Padre Juan
saludaba a uno por uno de sus feligreses;llegado el turno de María Inés le dijo
que se diera una vuelta por la secretaría parroquial el lunes a la hora de
catecismo. Ella,siempre dispuesta, aceptó la invitación. Su madre suspiró
aliviada.
Comenzó la semana y por la tarde María Inés marchó a
la iglesia. El Padre Juan la recibió en la sacristía mostrando sus dientes en
una sonrisa de lo más amigable. Con él había hecho su primera comunión y cuando
la asaltaban pensamientos de dudas y temores corría a confesarse, saliendo de
la iglesia limpia de culpa y cargo.
Hace tiempo que no hablamos María Inés, te veo pasar
ajetreada en los quehaceres de la parroquia. Bueno sería que nos tomemos un té
y me cuentes como va tu vida fuera de aquí.
-Padre Juan, me alegró su invitación porque necesito
hablarle de mis planes futuros-. La puerta se cerró y mi prima estuvo una hora
de pura charla con el cura. Qué hablaron, es un secreto guardado entre esas
cuatro paredes. María Inés salió muy satisfecha de allí. En la casa estaban
perplejos. Cuando mi tía fue a ver al cura queriendo saber lo hablado con su
hija, él amablemente le dijo que había que esperar y dejarla con sus
preparativos si la tenían ocupada y felíz.
Corría el mes de octubre y como descolgada de una
nube,una compañía de teatro con sus bulliciosos integrantes se instaló en el
pueblo. Un joven se nos acercó estando nosotras tomando un helado y le extendió
a María Inés un volante donde le hacía saber que allí estaba su nombre, Julián
Alcázar. Nos invitaba a una función gratuita a modo de presentación.
El centro comercial de Casas Blancas cuenta con la
plaza principal, cuidada en sus canteros, bancos y faroles como un monumento
histórico, flanqueada por los negocios más destacados y los lugares
recreativos: un cine, la iglesia, la escuela parroquial, un banco y el parque
de diversiones con su calesita iluminada. El salón dedicado a eventos prendió
sus luces y allí instalada la compañía, se exibian carteles anunciando el
espectáculo: una obra titulada "El Forastero"
Fuimos de las primeras en llegar y ocupamos los
asientos de adelante. El teatro, esa era la presunción de la sala para la ocasión,
quedó sin un lugar vacio, hasta gente parada en los pasillos colmó el lugar.
Como su nombre lo indica, la obra trataba de un hombre joven que llegaba a un
pueblo de pocos habitantes donde se conocían, por lo que se volvía motivo de
interés para esa gente acostumbrada a una rutina sin mayores sobresaltos. Este
sujeto un tanto distraído sufre una serie de equivocaciones que entretenía y
divertía a los espectadores. Todos reían y aplaudían. En ese clima de alegría
bajó el telón y se levantó para que los actores saludaran una y otra vez. María
Inés clavó sus ojos en el actor principal que no era otro que el que nos había
invitado. De un salto estuvo frente a nosotras con su amplia sonrisa y sombrero
en mano nos hizo una reverencia.
-Nos volvemos a ver-dijo, dirigiéndose a mi prima.
-Hacía mucho que no había una representación teatral,
estuvo usted muy bien-acotó ella.
-Julián Alcázar...¿señorita...?-se presentó esperando
escuchar el nombre de ella.
-María Inés Torres y yo soy Sara Torres-me adelanté
extendiendo mi mano-somos primas hermanas Sr. Alcázar-Di un poco de información
no pedida para aflojar la tensión,-es usted un buen actor-agregué. Saludé y me
aleje un poco del circulo mágico que vislumbré en sus miradas. Todo empezó esa
noche. No se si fue la sonrisa de Julián o el brillo en los ojos de mi
prima...supe que eran el uno para el otro.
Diciembre llegó y María Inés se enfundó en su vestido
blanco y coronó su cabeza de tul engarzado en unas corona de azahares. Julián
estaba trajeado de pié en el altar con todo el pueblo y sus compañeros de
elenco de testigos. A la salida de la iglesia despedimos a los novios. Mi tía
se hacercó al cura y le confesó que había creído qe su hija había perdido la
cordura.
-Verla hoy casarse parecía como un sueño.
-Ella siempre fue especial-dijo el padre Juan. En su
etapa de crecimiento varias veces me participó de sus ensoñaciones que no eran
otra cosa que deseos guardados. Cuando me habló de su casamiento con alguien
que llegaba a Casas Blancas, no lo creí más que usted. Y¡vaya si esta chica no
hace realidad sus sueños! Estamos todos de testigo.
Encantador, atrapante y lleno de significados.Excelente relato.Saludos!
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