Necesidad
Espío la pasión y la belleza; mi mirada se inquieta
con la historia y la miseria.
Curioseo escondida detrás de mí, como un voyaeur,
descubro sólo con mis ojos.
Mis dedos gritan por salir, por escaparse del borde, y
abrazar, y quemarse, y meterse dentro de aquellos bolsillos para hacer sonar
las dos monedas…
Mi boca se abre, no hay beso, pero se moja mi lengua
en el umbral del calor, ante la distancia que no puedo medir.
Mi piel late, no hay amenaza, no hay pulso, sólo
juego, pero sé que el viento tras la ventana acompaña el latido y el secreto.
Tiemblo, camino, la soledad me puebla y se lamenta…
sola.
Un ruido tranquilo, como de otoño cayendo, incomoda a
la tarde; lo escucho apenas. Es otro murmullo que se pega al aleteo de papeles
viejos.
Amo, creo, espero, me desnudo, me encuentro, envidio,
robo. Apuñalo al hombre, al renglón vivo, al punto ya muerto, y a todas las
páginas impresas en mis huesos, apuñalo, limpiamente.
El tiempo que fue presente, que será pasado, que es
sólo tiempo, corre como savia en mis curiosas venas. La conjetura es mi
frontera.
No toco, sólo husmeo…
Descubro la noche que cae lenta.
Dejo el libro en el sillón… ya vuelvo.
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