Que ella no
te vea. . .
No dejes que su rostro te distraiga
no dejes que su brillo hurtado a los dioses
empañe tu decir ni tus cantares.
Ella puede atisbar tu sueño
y procrear con vos alguna estrofa
pero hay frío en sus labios cuando te nombra.
No aspires su perfume
su piel de escarcha deja huellas que se pierden
en el desamor indiferente.
No dejes que se adueñe
de tu onírico estar en la espesura
deja tu palabra guardada en el poema,
que vivirá por siempre
entre númenes sagrados y en los colores
que dibuja el arco iris. . .
No dejes que su rostro te distraiga
no dejes que su brillo hurtado a los dioses
empañe tu decir ni tus cantares.
Ella puede atisbar tu sueño
y procrear con vos alguna estrofa
pero hay frío en sus labios cuando te nombra.
No aspires su perfume
su piel de escarcha deja huellas que se pierden
en el desamor indiferente.
No dejes que se adueñe
de tu onírico estar en la espesura
deja tu palabra guardada en el poema,
que vivirá por siempre
entre númenes sagrados y en los colores
que dibuja el arco iris. . .
Victoria querida: la tierna delicadeza de tu lírica resulta inconfundible. Como siempre, me reconforta leerte a través de estas páginas. Un fuerte abrazo, Lina
ResponderEliminarGracias Lina, por seguir mis letras por acercarme sus sinceros comentarios.Ya le haré llegar otro número de Alas. Que tenga lindos días. Abrazo Vic
ResponderEliminarComo siempre mi agradecimiento por seguir publicándome, Diana querida.
ResponderEliminarMe encantó la imagen, que acompaña el texto. Un gran abrazo. Vic