LO QUE
UN SUSPIRO…
La velada había resultado encantadora…
Esther, se acomodó el abrigo negro de pana que le cubría la espalda. A
través de él, se dejaba ver la blusa verde marino, de seda natural, que había
heredado de su madre…Menos mal que ya no estaba en este mundo. La hubiera
retado por tener pensamientos pecaminosos.
Como llama encendida, su mirada se cruzó con la de ese sesentón, de
aspecto gallardo, varonil…De impecable traje gris oscuro. Una discreta corbata
a rayas al tono…
Quiso esquivarlo, pero era tarde. Roque venía hacia ella. Su primera
intención era saludarla, y preguntarle, por qué no había atendido sus llamadas,
la semana previa al estreno.
Esther se sentía atraída por su dulzura, su hombría de bien, su calidez…
Sin embargo, tras varios meses de seguirle el compás, había decidido no
acceder a sus requerimientos…Era muy riesgoso. Su marido se daría cuenta.
No era feliz, pero…mejor dejarlo así…
-Caramba Esthercita… ¡Qué buena moza está! Le queda lindo ese color… La
hace más joven.
-Por favor Roque, no me comprometa. Allí viene mi esposo…
-¿Todo bien, mi amor?- preguntó José-.
-Sí… Te presento al señor Salcedo… Es el director de la orquesta…
- Sí, sí…ya lo ubico… José lo miró con un dejo de altivez…
Ella era suya.
Aunque no la quisiera…Aunque la engañara con cuanta pollera se le
cruzara en el camino… Él era su dueño…
El músico, no pudo articular palabra... Aquel espécimen, agarró del
brazo a su mujer, y la llevó casi a
empujones, hacia la puerta del salón…
Ruido de copas, conversaciones altisonantes; mucha gente. Nadie notó la
brusca maniobra… El maltrato.
Esther sabía lo que le esperaba…Él prendió la luz del living. Tiró las
llaves a un costado, y comenzó a gritarle obscenidades… Tomó la caja de
fósforos y la botella de alcohol que guardaba siempre en el aparador…
Después vendrían los golpes…
Las valijas cayeron pesadamente sobre el umbral del edificio…
-¡Roque! ¡Ábrame! ¡Soy yo!...
El hombre reconoció aquella voz angelical, a través del portero
eléctrico…
Tardó lo que un suspiro en bajar al hall principal….
Un maravilloso suspiro; y un abrazo, que duraría para siempre…
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