Ventana
Volvió con su aleteo
siempre imprevisto
como en un roce
involuntario
a zaherirme en la piel,
y en la ventana derramaré
la sangre de mi herida.
Recuerdos borrosos,
la voz infantil de la
pureza misma
declarando su verdad
importante
con palabras tiernas de
gozo
lanzadas al pozo vacío de
los insensibles.
Otra vez mi carne se
quebró,
y en el vidrio espejado
podré ver
rasgados los bordes del
corazón.
Una fiesta que pasó
inadvertida
y aquella mujer inmensa,
heroína de todos los
combates
y hada de todos los sueños
estuvo presente en silencio
aunque yo no pueda recordar
su gesto
en este momento lejano.
Abriré los postigos con
fuerza
para que escape veloz
la nostalgia que tiñe de
oscuro este instante.
Algo en mí quebradizo,
pequeño,
que puja en mi interior por
hacerse sentir
me golpea las entrañas
contándome su anhelo;
cuando duermen las
palabras,
palidecen las razones,
el cuerpo se estremece
a la espera de ese puerto
milenario
donde anclar sus brazos
cansados.
Ventana de atardeceres
deteniendo mis huidas
y regalándome paisajes,
tu vidrio impalpable
siempre existe
cubriendo mis pupilas,
tus marcos abrazan mi
figura
para hacerme una contigo.
Conoces cada minuto de mis
sueños,
cada letra de mis secretos,
y me recuesto en ti,
ventana de amores largos
como las horas de la
espera.
Hoy te pregunto, te llamo,
y entre mis mejillas
húmedas
abrigo tu silencio.
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