sábado, 20 de diciembre de 2014

Cristina Brito Altamira-Argentina/Diciembre de 2014



Ventana

Volvió con su aleteo
siempre imprevisto
como en un roce involuntario
a zaherirme en la piel,
y en la ventana derramaré
la sangre de mi herida.

Recuerdos borrosos,
la voz infantil de la pureza misma
declarando su verdad importante
con palabras tiernas de gozo
lanzadas al pozo vacío de los insensibles.
Otra vez mi carne se quebró,
y en el vidrio espejado podré ver
rasgados los bordes del corazón.

Una fiesta que pasó inadvertida
y aquella mujer inmensa,
heroína de todos los combates
y hada de todos los sueños
estuvo presente en silencio
aunque yo no pueda recordar su gesto
en este momento lejano.
Abriré los postigos con fuerza
para que escape veloz
la nostalgia que tiñe de oscuro este instante.

Algo en mí quebradizo, pequeño,
que puja en mi interior por hacerse sentir
me golpea las entrañas
contándome su anhelo;
cuando duermen las palabras,
palidecen las razones,
el cuerpo se estremece
a la espera de ese puerto milenario
donde anclar sus brazos cansados.
Ventana de atardeceres
deteniendo mis huidas
y regalándome paisajes,
tu vidrio impalpable siempre existe
cubriendo mis pupilas,
tus marcos abrazan mi figura
para hacerme una contigo.
Conoces cada minuto de mis sueños,
cada letra de mis secretos,
y me recuesto en ti,
ventana de amores largos
como las horas de la espera.
Hoy te pregunto, te llamo,
y entre mis mejillas húmedas
abrigo tu silencio.

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