Comentario bibliográfico de Nel Amaro a
partir de la primera edición de “De mi
mayor estigma (si mal no me equivoco):” de Rolando Revagliatti (Libros del
Empedrado, Buenos Aires, la
Argentina, 1993), publicado por entonces en una revista de
España.
Ya está aquí, ya llegó, ¡Rolando
Revagliatti!, uno de los poetas “hermanos” al que se le espera, se esperan sus
poemas, con ansiedad, pues sus libros no dejar lugar para el aburrimiento o la
indiferencia, tremendamente densos, repletos de guiños, descaradamente
anárquicos, jubilosamente eclécticos e iconoclásticos.
“De
mi mayor estima (si mal no me equivoco):” está en la línea de anteriores
libros, y este poeta y dramaturgo, ampliamente conocido en España por su
continuada presencia en revistas literarias (“P. O. E. M. A. S.”, “La Factoría Valenciana”,
“Primacía”, “Aldea”, “Ráfagas”, etc.), no deja de hacer de las suyas con unos
versos explosivos y que, tanto a diestro como a siniestro, reparten bromas
pesadas y críticas durísimas en clave de mucha risa. Él entra a saco en los
buenos modos poéticos, le pierde el respeto a rimas y leyendas y no le hace
asco ninguno al terrorismo lingüístico, retorciéndole el alma y cuerpo a las
palabras, para obtener unos resultados desmedidos y realmente plausibles.
“¿jacinto, a usted le
calza cómodo: alnado, ebrioso, donostiarra? ¿jefe militar alto? ¿paraninfo? /
¿usted calza, yessi?” (pág. 111), uno de los centenares de ejemplos de un
Revagliatti díscolo, hacedor de juegos pirotécnicos enormemente efectivos y
sinceros, pues no es de los que gasta la pólvora en salvas, sino que su
ideología, su compromiso, comparecen de principio a final, en los más breves y
en los más extensos poemas. Toma parte y partido por los suyos, sin necesidad
de renunciar a una estética divertida, multicolorista y atrevida en su todo: “¿herpes, dónde? / ¿tropas, opio? / ¿de ocupación, de los pueblos?” (“tango para
final”, pág. 106): producto de una de las mentes (creativas) más lúcidas de las
que nos visitan. Torrencial y prolífico, sin peyorativismo por nuestra parte,
todo lo contrario, arremete contra los
mitos y las mitomanías, prescindiendo de mayúsculas en sus poemas, esparce
bacilos y bacterias gravemente contagiosas.
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