miércoles, 20 de mayo de 2015

Natalia Tortora-Argentina/Mayo de 2015




El caso Caprieto

¡Primera plana! ¡Noticia del momento en todos los medios! ¡Las cinco acusadas han salido impunes y seguirán sus vidas como si nada! ¡Nuestro diario, “El Cantimpalo”, logró entrevistar, en exclusivo, a una de las imputadas en el asesinato de Ignacio Caprieto! ¡Imperdible!


Periodista: Buenas tardes, señorita Martínez. Mi nombre es Manuel Izzturiaga, del diario “El Cantimpalo”.
Martínez: Buenas tardes Manuel.

Periodista: ¿Podría contarnos un poco de su vida? ¿Quién es usted? ¿A qué se dedica?
Martínez: Mi nombre es Laura y soy pedicura. Vivo con mi hija de ocho años. Soy madre soltera; mi pareja me abandonó cuando supo que quedé embarazada. Vivo en San Justo, zona oeste.

Periodista: Imagino que está feliz de poder regresar a su hogar, con su pequeña, luego de haber pasado por tantos inconvenientes.
Martínez: Así es.

Periodista: ¿Podría contarnos con lujo de detalles lo ocurrido la noche del incidente?
Martínez: Con mucho gusto. Le relataré lo mismo que al juez. Aquella noche me encontraba con mis mejores amigas: Carla Tomazo (peluquera), Mariana Di Monto (la hija del carnicero), Agostina Torres Petraso (maestra) y Juliana Terraza (vecina de la anterior). Regresábamos caminando de nuestra cena de fin de año. No estábamos ebrias, como algunos medios han insinuado. Si bien, he de admitir que tomamos unas copas de vino blanco. Como sea, volviendo al relato, ya había pasado la medianoche y decidimos regresar a nuestros hogares. Íbamos caminando por una avenida de Morón; no me acuerdo el nombre. Usted sabe, no soy de la zona. 

Periodista: Comprendo. ¿Qué sucedió después?
Martínez: Carla, que vive en Morón, nos acompañó a la parada del 242. No había nadie más esperando. Pasaron casi diez minutos y ni un auto aparecía por la avenida. Entonces, él llegó.

Periodista: ¿Se refiere a la victima? ¿A Ignacio Caprieto?
Martínez: ¿Victima? Nosotras somos las víctimas en esta atroz sociedad.

Periodista: Lo siento. Por favor, prosiga con la historia.
Martínez: De acuerdo. Esto es lo que ocurrió. Vimos a aquel hombre acercarse a nosotras. Estaba vestido con shorts deportivos medianamente ajustados y una musculosa. Parecía como que hubiese salido del gimnasio o algo por el estilo. El muchacho tendría un par de años menos que yo, más o menos veintisiete. Pero él era uno y nosotras, cinco.
Se detuvo en la parada del 242 y preguntó si sabíamos dónde paraba no sé qué otra línea.  Le dijimos que lo acompañaríamos para que no se perdiera y él aceptó. Carla lo guió a uno de esos terrenos baldíos que siempre salen en las noticias. Le atamos las manos con mi pashmina naranja y lo amordazamos con sus propias medias ¿qué clase de persona decente sigue a un grupo de extraños?

Periodista: el informe policial dice que lo golpearon ¿es eso cierto?
Martínez: Claro que sí. No se quedaba quieto e intentaba impedir que le quitemos la ropa. Tuvimos que darle unas cuantas patadas para que se calmara. Debo admitir que no me gusta la violencia y me habría encantado que se dejara violar sin resistirse; no lo habríamos lastimado tanto. Pero el muy cabeza dura intentaba liberarse. Él se buscó los golpes.

Periodista: ¿Es verdad que se turnaron para poder filmarlo todo?
Martínez: Así es. Yo fui la segunda, me llevé la mejor parte. El hombre ya estaba manso luego de la primera violación, y aún lo suficientemente consciente. La pobre Agostina fue última, y él ya casi ni reaccionaba. Pero, eso fue culpa de Carla. A ella le gusta mucho todo eso del sexo violento, sadomasoquista creo que le llaman. Ahora que lo pienso, Carla debería haber sido la última. Lo dejó casi inconsciente con los golpes que le dio. En cuanto a la filmación, la tengo acá en el celular, por si quiere verla.

Periodista: No, gracias.
Martínez: De todos modos, la pondré de fondo para que entienda usted lo ocurrido.

Periodista: ¡Eso es espantoso! ¿Entiende usted que un hombre ha muerto por su culpa? ¿Qué usted y sus amigas lo violaron incontables veces mientras lo golpeaban?
Martínez: ¿Nuestra culpa? No. Usted está totalmente equivocado. No es nuestra culpa, sino suya. Los hombres deberían aprender eso. La función de ustedes es trabajar para mantenernos a nosotras y nada más. Si él no hubiese querido ser violado, no debería haber salido pasadas las nueve de la noche, ¡y mucho menos vestido así! todo transpirado, con pantalón corto y una musculosa ajustada. Un hombre decente no anda por ahí a la una de la mañana con ropa tan atrevida y desubicada. El joven es el único culpable de lo ocurrido.

Periodista: ¿No se considera culpable del crimen? ¿No siente remordimiento?
Martínez: Discúlpeme, pero no ha habido ningún crimen. No sé a qué se refiere. El único delito aquí es habernos detenido por casi tres días cuando nosotras no hemos hecho nada malo. ¿En qué clase de sociedad vivimos? Además, Caprieto murió por su propia culpa. Quedó inconsciente antes que Agostina llegara al clímax. Por ello Carla lo golpeó con el fierro. Merecía morir por no aguantar hasta el final. Si hubiese soportado un par de minutos más, ahora estaría de vuelta en su casa mirando a Tinelli. Usted, en cambio, es un hombre decente; vestido de traje y corbata, trabajando durante la mañana para alimentar a su esposa, porque veo que tiene un anillo de casamiento en el dedo. Caprieto no tenía uno de esos. Era soltero y, sin duda, buscaba ser violado.

Periodista: ¿Es cierto que la han amenazado?
Martínez: No solo a mí, sino también a mis amigas. Un grupo machista de no sé qué país vecino nos amenazó con violarnos. ¡Ja! ¿A quién se le ocurre? ¿Dónde ha visto usted que un hombre viole a una mujer? Eso no tiene sentido. Sinceramente, no comprendo a estos grupos machistas extremistas que se creen que pueden cambiar el mundo con sus ridiculeces de la igualdad entre los sexos y los derechos de los hombres a tener relaciones cuando se les da la gana y elegir con quién casarse. ¡Una idiotez!

Periodista: Por último, ¿qué mensaje le daría a los hombres que leerán la entrevista?
Martínez: Les diría muchas cosas. Primero que nada, que ellos deben conocer su lugar. Existen para nosotras, para alimentarnos y darnos un techo. Nada más. Si no desean ser violados, no deberían vestirse inadecuadamente, ni salir todos sudados por la calle a la noche. Caprieto tuvo suerte porque se topó con nosotras, pero no todos los hombres son tan afortunados. Si se cruzaran con un grupo de mujeres más violentas, se asegurarían de secuestrarlo para poder violarlo por semanas enteras. Nosotras solo intentamos demostrarle que lo que hacía estaba mal, que tenía que aprender cual era su lugar. Y reitero, si no se hubiese resistido, estaría vivo. Sé que algunos países parecen horrorizados por lo que hicimos, y sinceramente no entiendo el porqué; simplemente actuamos como cualquier otra mujer lo habría hecho al encontrarse con un hombre casi desnudo caminando por la calle a altas horas de la noche. Y no, no está mal. Él quería ser violado, se lo buscó. Así que, hombres, aprendan cual es su lugar y absténganse a las consecuencias de sus actos.

Periodista: Muchas gracias por su declaración, puede apagar su celular y retirarse. Si me permite, iré a vomitar.



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