SOLILOQUIOS DE
GIOVANNI PAPINI
ESCRITOR ITALIANO
GIOVANI PAPINI
ESCRITOR ITALIANO
Nacido en Florencia en 1881 y fallecido en 1956 es uno de los escritores más
importantes que ha dado la Italia del siglo XX.
A comienzos de siglo, en
1903, funda en Florencia junto a Guiseppe Prezzolini y otros más, la revista
Leonardo, utilizando como sede el Palacio Davanzati.
Alrededor de 1920, un
año antes de publicar su Historia
de Cristo, se produjo su conversión al catolicismo, no sin escándalo y
sorpresa de todos.
En 1935 obtuvo la Cátedra de Literatura Italiana en la Universidad de
Bolonia (a pesar de
que sus estudios sólo lo habilitaban para enseñanza primaria) pero que no
ejerció debido a problemas en su vista (en 1938 rechazó la misma cátedra pero
de la Universidad de Florencia); las autoridades confirmaron la "impecable
reputación" de Papini a través de ese nombramiento. En 1937,
Papini publicó el primer y único volumen de su Historia de la literatura italiana,
dedicada "A Benito Mussolini, amigo de la poesía y de
los poetas", que fue de gran consideración para la academia, especialmente
en el estudio del Renacimiento
Italiano.
También ese mismo año
fue nombrado miembro de la Real
Academia de Italia, la mayor institución cultural del país, y en 1939,
Presidente del Centro de
Estudios Nacionales sobre el Renacimiento. Asimismo, fue vicepresidente de
la Federación Europea de
Escritores desde marzo de 1942. A mediados de 1944,
refugiándose de la postrimería de la Segunda Guerra Mundial, Papini abandonó su
casa de Bulciano, que luego fue destruida por los bombardeos ingleses. En su
edad madura, ingresó al convento franciscano de Verna. Murió en 1956 en su
natal Florencia, ciego, mudo y paralítico.
Monólogos adjudicados a diferentes personajes que
presenciaron, en un humilde pesebre de Belén, la llegada del Salvador.
El dueño del establo
Reflexiones del dueño del establo donde alojaron
María y José, en aquella noche memorable en que nacería el salvador del mundo.
Él no lo sabe, pero intuye que la mujer niña lleva en su pecho algo tan hermoso
como un ramo de flores.
El pastor que se ha quedado atrás
Un pastor, que frisa la setentena, está realmente
impresionado. Ve esa noche seres que no corresponden a lo que él ha observado
en sus largos años de vida. Son seres iluminados y extraños a los que todos
siguen y aceptan con admiración y confianza.
Ha llegado a sus oídos que en un
establo nacerá un rey, pero él sabe que los reyes nacen en los palacios, sin
embargo, éste desciende de un rey, David. Pero su fe en Adonai le dice que su
Dios no tiene hijos. Aún así, tiene la curiosidad de ir a ver qué sucede....
Las ovejas dejadas solas.
Las ovejas en el establo sacan sus propias
conclusiones. Han despertado con esa luz imposible de describir. Se sienten
abandonadas en esa noche, a merced de quien quiera hacerles daño, ¿por qué?
Tienen frío y hambre, están miedosas al no saber qué ocurre. No entienden por
qué los hombres de pronto pierden la cabeza por un acontecimiento inesperado.
La comadrona.
Desconoce los motivos por qué la han
solicitado en mitad de la noche. Un viejo llega, y con fuertes golpes en su
puerta la hace salir de su cama, para asistir a su mujer que espera un hijo a
punto de nacer. Se extraña al saber que
está cobijada en un establo fuera del pueblo, ella está acostumbrada a atender
a las señoras acomodadas del lugar.
Pero va al lugar, allí se encuentra con la joven
madre que plácida está sentada contemplando a su hermoso hijo recién nacido,
cuya mirada ilumina toda la habitación.
Saca por conclusión que todo es una brujería y ella
decide que al día siguiente avisará al centurión para que los expulse de la
ciudad.
El ratón en la pared.
El ratón concluye que con tanto
movimiento y sucesos extraños, esa noche será de ayuno. Ve a una mujer joven,
un niño y un viejo que los acompaña. Pastores han llegado, todos perseguidores
de su raza, por lo no le queda más remedio que esconderse entre dos piedras y
muerto de hambre, observar lo que pasa, porque si lo descubren, los pastores
serían los primeros en aplastarlo con sus zapatos herrados. en cambio, aunque
muy grandes para su estatura, el buey y el asno son sus amigos. Él ha visto
otros niños, y éste no es diferente a los demás, y por su culpa no puede
comer. Si el ambiente no estuviera tan
iluminado, hasta podría saciar su hambre pegándole un mordisco al recién
nacido.
El buey.
Se pregunta ¿quién tiene el derecho de invadir su
casa? Es la primera vez que los ve en su
pajar ocupándole el heno, que es su alimento.
De pronto lo ve, es hijo de mujer y recién nacido,
pero diferente a cuántos ha visto antes, no reclama como los otros. Tiene los
ojos abiertos, pero no parece de verdad, piensa que es un pequeño Dios nacido
en ese lugar, por simple equivocación. Advierte todas las maravillas que le
trasmite la presencia del pequeño, incluso parece que le quisiera hablar y
darle las gracias por acogerlo, mirada que nunca había visto en ningún humano.
Se pregunta qué podría darle él, para demostrarle su amor y decide que su
aliento entibiará el nido de ese pequeño Dios.
El gorrión en el tejado.
El pajarillo, no entiende qué pasa,
hay luces por todas partes, sin ser día. Concluye que se trata de un misterio.
Escucha voces en el establo y también en el cielo, pensando que posiblemente el
hombre vuele como él. Esa noche es imposible dormir. Su pensamiento es de enojo
por haber roto una noche de descanso para buscar alimento al día siguiente. Se
pregunta por qué el hombre los castiga, haciéndolos sus prisioneros o dándoles
muerte, y más aún, esa noche fastidian su sueño.
El asno.
En la mente del viejo animal sabe
que Dios ha querido que de su muerte, él vea cosas maravillosas. Su vida
siempre ha estado en la compañía del buey y de un ratón, que comen en forma
constante.
Recuerda que ha estado en Damasco y en Jerusalén,
pero nunca ha visto algo tan maravilloso como lo que ahora contempla. Él se
siente feliz de ver a la joven inclinada hacia su hijo recién nacido, tanto que
siente deseos de llorar por la ternura que contemplan sus cansados ojos. Ve a
los pastores con rostros regocijados y a la criatura hermosa tendida entre la
paja, cuya mirada llega hasta los más profundos sentimientos de quienes lo
contemplan. No le cabe la duda que lo que ha oído es verdad, ha presenciado el
nacimiento del Dios anunciado, él que es, el más humilde de los animales del
establo.
El posadero.
Un
posadero cuestionador y mal pensado recibe a la pareja y piensa que se trata de
gente sospechosa, el hombre es mayor, ella una niña encinta pronta a dar a luz.
Se niega a dar alojamiento en su negocio respetable, considerando que es una
situación que supone algo poco honesto. En su pensamiento censura el actuar
femenino, aunque advierte en la joven un aspecto virginal. Pero aún
considerando lo positivo de ambos, el hecho de ser pobres y de Galilea, lo hace
rechazarlos en la seguridad de que en cualquier otro lugar encontrarán
cobijo.
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