¡ANDAN EN LA ÓPERA, MI COMANDANTE!
“Que gelida manina, si la lasci riscaldar”
Giaccomo Puccini
El toque de corneta anunciaba la
llegada del Comandante Director de la Escuela de Infantería de San Bernardo. Todo el
personal se mantuvo atento en sus puestos esperando la inevitable revista que
se avecinaba. Se trataba del nuevo Comandante y seguramente iba a comenzar sus
funciones revisando las instalaciones y obviamente el personal. Así sucedió,
después de saludar al subdirector
y a los profesores de oficiales, y suboficiales, ordenó formar a todos los
alumnos en el patio de la
Escuela, para pasar revista y darles el correspondiente
discurso, haciendo notar su autoridad.
Los días en la Escuela iban
transcurriendo con normalidad, el personal se comportaba disciplinadamente, salvo
por una epidemia de gripe que asoló en invierno, a gran parte de los alumnos y
profesores. Ahora, la asistencia era óptima y el Comandante se sentía
inmensamente satisfecho del funcionamiento del plantel.
Cierto día, su ayudante el teniente
Cortés, le informó que los profesores de Educación Física solicitaban
autorización para realizar un campeonato de babyfútbol.
-Se
realiza todos los años, mi Comandante, de ahí se forma la selección que va a
competir con las otras Escuelas. El año pasado jugamos la final con la Escuela de Artillería, fue
un partido memorable.
-Me late
que salimos segundos Cortés, ¿o me equivoco?
-Bueno, el
árbitro nos echó al saco, mi Comandante, nos cobró un penal en el último
minuto. No se perdió ni un solo partido del
campeonato, los chicos jugaban increíblemente bien y seguramente este año
serían campeones sí o sí.
Llamaban
la atención dos delanteros: Costa y Suárez que llevaron a su equipo a ganar la
copa, y que iban a encabezar la selección sin lugar a dudas. El Comandante
estaba tan entusiasmado que entregó personalmente el trofeo. (Estaba repetido)
Al
día siguiente, al hacer su habitual ronda por las salas de clases, se percató
que Costa y Suárez no se encontraban presentes. Visiblemente preocupado
preguntó a sus compañeros, qué pasaba con ellos, y éstos a coro le
respondieron: “Andan en la ópera mi comandante”. La respuesta le pareció extraña, pero pensó que tal
vez los profesores les habían regalado entradas a la ópera como parte del
premio por ganar el campeonato.
Una semana
después echó de menos en clases al colorín Chandía, y al consultar a su
compañero de banco, éste le contestó igualmente: -“Anda en la ópera mi
Comandante”.
Menuda fue
su sorpresa al escuchar la misma frase y muy intrigado se dirigió a su
ayudante:
-A ver
teniente Cortés, explíqueme de qué se trata este asunto.
-Bueno, mi
Comandante, el Colorín estuvo ayer de cumpleaños y seguramente amaneció con el
cuerpo malito después de la celebración, probablemente hoy no pudo levantarse.
-¿Y Costa
con Suárez la semana pasada?
-Lo mismo,
después de ganar el campeonato estuvieron celebrando hasta tarde.
-¿Y qué
diablos tiene que ver la ópera?
-Es
costumbre muy antigua en la escuela, cuentan que hace unos 40 años, a un grupo
de alumnos se les ocurrió ir a ver “La Boheme” al Municipal, cuando el Club Militar
estaba al frente del teatro. Ocuparon una
fila completa en el anfiteatro. Se cuenta que cuando terminó el primer acto,
encontraron un poco frío el
evento y atravesaron al club en el entreacto, para libar varias copas antes de
volver a la función. Esta vez sintieron que el segundo acto era mucho más
emocionante, y volvieron al club en el segundo entreacto. Al presenciar el
tercer acto tenían las
emociones a flor de piel, debido a los efectos etílicos, y al llegar a la
muerte de Mimí, la protagonista, todos estallaron en llanto y desconsuelo. Es
sabido que Puccini utiliza acordes que en sus obras exacerban la pena, y es
habitual que el público tenga que enjugar algunas lágrimas.
-Lo más
increíble es que fueron vistos por uno de los directores del teatro, que quedó
impactado por la “sensibilidad” de muchachos tan jóvenes. Los invitó a conocer
a los artistas, el escenario por dentro, el salón de los espejos y demás
dependencias, ellos en agradecimiento invitaron a todo el elenco a cenar al
Club Militar. La fiesta duró hasta la madrugada, los cantantes entonaron, a
cada uno de los muchachos, su aria favorita, se juraron eterna amistad y cuando
volvieron a la Escuela,
cada uno cayó en su cama y
no fueron capaces de asistir a clases. Cuando el Comandante preguntó, por qué
había tantos alumnos ausentes le contestaron: “Andan en la ópera, mi
Comandante”. De ahí la costumbre de contestar, cuando alguien está con “la
caña”.
-Supongo
que hubo alguna medida disciplinaria, teniente Cortés, no me diga que se toman
a la chacota una ausencia injustificada a clases.
-Desde
luego, mi Comandante, un fin de semana fue de arresto sin clemencia alguna.
-¿Alguien
más ha ido a la ópera después de eso, Cortés?
- No, que yo sepa, mi Comandante, si a algún
alumno le gustara la ópera, seguramente asistiría para callado y nadie se
entera.
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