sábado, 19 de diciembre de 2015

Carmen Puelma-Chile/Diciembre de 2015



¡ANDAN EN LA ÓPERA, MI COMANDANTE!

“Que gelida manina, si la lasci riscaldar”
Giaccomo Puccini





         El toque de corneta anunciaba la llegada del Comandante Director de la Escuela de Infantería de San Bernardo. Todo el personal se mantuvo atento en sus puestos esperando la inevitable revista que se avecinaba. Se trataba del nuevo Comandante y seguramente iba a comenzar sus funciones revisando las instalaciones y obviamente el personal. Así sucedió, después de  saludar al subdirector y a los profesores de oficiales, y suboficiales, ordenó formar a todos los alumnos en el patio de la Escuela, para pasar revista y darles el correspondiente discurso, haciendo notar su autoridad.
         Los días en la Escuela iban transcurriendo con normalidad, el personal se comportaba disciplinadamente, salvo por una epidemia de gripe que asoló en invierno, a gran parte de los alumnos y profesores. Ahora, la asistencia era óptima y el Comandante se sentía inmensamente satisfecho del funcionamiento del plantel.
         Cierto día, su ayudante el teniente Cortés, le informó que los profesores de Educación Física solicitaban autorización para realizar un campeonato de babyfútbol.
-Se realiza todos los años, mi Comandante, de ahí se forma la selección que va a competir con las otras Escuelas. El año pasado jugamos la final con la Escuela de Artillería, fue un partido memorable.
-Me late que salimos segundos Cortés, ¿o me equivoco?
-Bueno, el árbitro nos echó al saco, mi Comandante, nos cobró un penal en el último minuto. No se perdió ni un solo partido del campeonato, los chicos jugaban increíblemente bien y seguramente este año serían campeones sí o sí.

Llamaban la atención dos delanteros: Costa y Suárez que llevaron a su equipo a ganar la copa, y que iban a encabezar la selección sin lugar a dudas. El Comandante estaba tan entusiasmado que entregó personalmente el trofeo. (Estaba repetido)
     Al día siguiente, al hacer su habitual ronda por las salas de clases, se percató que Costa y Suárez no se encontraban presentes. Visiblemente preocupado preguntó a sus compañeros, qué pasaba con ellos, y éstos a coro le respondieron: “Andan en la ópera mi comandante”. La respuesta le  pareció extraña, pero pensó que tal vez los profesores les habían regalado entradas a la ópera como parte del premio por ganar el campeonato.
Una semana después echó de menos en clases al colorín Chandía, y al consultar a su compañero de banco, éste le contestó igualmente: -“Anda en la ópera mi Comandante”.
Menuda fue su sorpresa al escuchar la misma frase y muy intrigado se dirigió a su ayudante:
-A ver teniente Cortés, explíqueme de qué se trata este asunto.
-Bueno, mi Comandante, el Colorín estuvo ayer de cumpleaños y seguramente amaneció con el cuerpo malito después de la celebración, probablemente hoy no pudo levantarse.
-¿Y Costa con Suárez la semana pasada?
-Lo mismo, después de ganar el campeonato estuvieron celebrando hasta tarde.
-¿Y qué diablos tiene que ver la ópera?
-Es costumbre muy antigua en la escuela, cuentan que hace unos 40 años, a un grupo de alumnos se les ocurrió ir a ver “La Boheme” al Municipal, cuando el Club Militar estaba al frente del teatro. Ocuparon  una fila completa en el anfiteatro. Se cuenta que cuando terminó el primer acto, encontraron  un poco frío el evento y atravesaron al club en el entreacto, para libar varias copas antes de volver a la función. Esta vez sintieron que el segundo acto era mucho más emocionante, y volvieron al club en el segundo entreacto. Al presenciar el tercer acto tenían  las emociones a flor de piel, debido a los efectos etílicos, y al llegar a la muerte de Mimí, la protagonista, todos estallaron en llanto y desconsuelo. Es sabido que Puccini utiliza acordes que en sus obras exacerban la pena, y es habitual que el público tenga que enjugar algunas lágrimas.
-Lo más increíble es que fueron vistos por uno de los directores del teatro, que quedó impactado por la “sensibilidad” de muchachos tan jóvenes. Los invitó a conocer a los artistas, el escenario por dentro, el salón de los espejos y demás dependencias, ellos en agradecimiento invitaron a todo el elenco a cenar al Club Militar. La fiesta duró hasta la madrugada, los cantantes entonaron, a cada uno de los muchachos, su aria favorita, se juraron eterna amistad y cuando volvieron a la Escuela, cada  uno cayó en su cama y no fueron capaces de asistir a clases. Cuando el Comandante preguntó, por qué había tantos alumnos ausentes le contestaron: “Andan en la ópera, mi Comandante”. De ahí la costumbre de contestar, cuando alguien está con “la caña”.
-Supongo que hubo alguna medida disciplinaria, teniente Cortés, no me diga que se toman a la chacota una ausencia injustificada a clases.
-Desde luego, mi Comandante, un fin de semana fue de arresto sin clemencia alguna.
-¿Alguien más ha ido a la ópera después de eso, Cortés?
  - No, que yo sepa, mi Comandante, si a algún alumno le gustara la ópera, seguramente asistiría para callado y nadie se entera.


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