El encierro de la paloma
Ave tierna,
pacífica criatura,
por un extraño giro del
azar
quedaste condenada
al encierro inesperado.
Tu cuerpecillo impotente
se agitaba
contra el techo
desconocido.
Tus aleteos inútiles,
una y otra vez,
sonaban a temor y
angustia.
Tú, que eres el símbolo
que exhiben
los que anhelan la paz,
te batías en violento
duelo
con lo inexplicable.
Ave sencilla, inocente
atrapada por el absurdo.
Tus alas estaban ciegas
sin poder encontrar el
rumbo
hasta que una mano
humana
se apiadó de tu triste
lucha
y te tomó para
entregarte
al aire al que
perteneces.
Adiós,
paloma,
ave
distraída, visita inesperada,
¡Adiós!
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