CAMINANDO
HACIA EL RÍO
Hay
una calle de perfume y tilos,
de
jazmines de níveos esplendores
y pinos
desprendiendo su energía,
tras las rejas
de grandes murallones.
Hay
una cuesta preñada de turgencias,
recostada sobre el
río amarronado,
coronado de velas
ondulantes,
en un vaivén de aguas en remanso.
Alvear abajo, dulzor de primavera;
alegría
del alma que se entrega,
buscando desprenderse
de las penas..
Cuando
acerco mis pasos a la costa,
está el cuerpo
y la mente algo ligera,
y
doy gracias al SEÑOR del
Universo,
por sentir
que el corazón abre sus puertas.
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