Sara Danius el día que renunció a su cargo |
Miembros de la Academia Sueca |
La Academia Sueca empañada por abusos
sexuales
La Academia Sueca, responsable de otorgar
anualmente el Premio Nobel de Literatura más prestigioso del mundo, se
encuentra sumida en un gran escándalo que ha dañado la vida cultural sueca.
Hasta hace poco la Academia ha sido una de las instituciones más misteriosas y
herméticas del mundo. Sus miembros, escogidos minuciosamente bajo la batuta del
rey Carlos Gustavo, y con una excelente formación académica, gozaban de un aura
sobrenatural. Pero a principios de este mes, estalló la dinamita Nobel, poniendo
en tela de juicio algunos secretos escondidos por la Academia durante mucho
tiempo.
En realidad, todo empezó en noviembre del
año pasado cuando, en Hollywood, saltó a la luz del día la campaña #Metoo (yo
también) relacionada con abusos sexuales contra las mujeres, y que tuvo
repercusión en muchos países. Y así, llegó también a Suecia la onda magnética
de tal campaña. Y como resultado, 18 mujeres salieron del anonimato para
denunciar, mediante el periódico Dagens Nyheter, que fueron víctimas de abusos
y acosos sexuales. El autor de tan indecente conducta es el dramaturgo y
fotógrafo francés, Jean Claude Arnault, esposo de Katarina Frostenson; académica
y miembro del Comité Nobel desde hace 26 años. Arnault junto a su mujer eran responsables
del Club Literario “Forum” financiado por la Academia. Sospechoso manejo que va
en contra de los principios y ética de la misma Academia. Según la prensa sueca
existen irregularidades económicas y se hará una investigación detallada del
caso. Además, Arnault es acusado de haber filtrado a los medios de
comunicación, al menos en siete ocasiones, el nombre del ganador del Premio
Nobel de Literatura.
Al principio de este alboroto, que ha
causado la atención mundial, tres miembros de la Academia Kjell Espmark, Klas
Östergren y Peter Englund renunciaron a su cargo en dura señal de protesta por
la no expulsión, del Comité Nobel, a Katarina Frostenson; por las supuestas
acusaciones en contra de su marido. Da la impresión que han prevalecido otras
cosas que los valores de la Academia. Espmark ha dicho a la prensa: “La
integridad es el nervio central de la Academia. Y hay personas que toman en
cuenta la amistad, y otros motivos por encima de la responsabilidad y la
integridad de la Academia. Por eso no puedo seguir participando”. Mientras que
Östergren se manifestó de la siguiente manera: “La Academia va arrastrando
problemas serios desde hace tiempo, y ahora quiere resolverlos mediante
confusas consideraciones. Lamentablemente esto implica traicionar a sus
fundadores y protectores. Y también se traiciona al gusto y al talento
literario”. El ex secretario permanente Peter Englund (2009-2015) señaló que
existe una creciente grieta en el seno de la Academia, y que las críticas a su
sucesora, Sara Danius, son totalmente injustas. Y acotó: “Se han tomado
decisiones con las que no estoy de acuerdo, tampoco puedo defenderlas. Y, por
consiguiente, he decidido no participar más en el trabajo de la Academia”. A
todo esto se suma la carta abierta enviada, al periódico Expressen, por uno de
los miembros de la Academia, Horace Engdahl, quien acusó a Sara Danius de ser
la peor secretaria desde 1876. Es decir, desde que se fundó la Academia por el
rey Gustavo III.
Finalmente, y después de una reunión que
tuvieron los miembros de la Academia, Sara Danius y Katarina Frostenson
renunciaron a sus sillas. Danius no quiso revelar si su salida fue a raíz de
una votación en contra de ella. Y dijo: “Es la voluntad de la Academia y
acepto. Hubiera querido seguir, pero hay otras cosas que hacer en la vida”. Y fue
más dura en un mensaje enviado a la prensa donde añadió: “La Academia Sueca es
importante y tiene mucho prestigio, pero eso no significa que no se pueda
cambiar. Independientemente del poder, no es justo sobreponer intereses a los
valores de nuestro tiempo. Por el contrario, la Academia debe ganarse la
legitimidad del pueblo sueco. Acepté trabajar como secretaria permanente porque
tenía apoyo en el sentido de que poco a poco, pero conscientemente se podía
modernizar la Academia. Consolidar tradiciones no implica distanciarse de la
sociedad, o que una persona se exprese con arrogancia. Las camarillas no son
válidas hoy en día. Los delitos y las trampas tienen que ser denunciadas al
sistema judicial”. Estas palabras son, sin duda alguna, un revés bien dado a todos
los miembros de la Academia, en su mayoría hombres. Todo el follón desatado por
Jean Claude Arnault, ha puesto también en el tapete que en la Academia existen
otros problemas como por ejemplo intrigas, rencillas, irregularidades y
disputas de poder. Se podría de decir, entonces, que la Academia y el pueblo
sueco están enfrentados por primera vez. Para empezar, la Academia no es
considerada como una autoridad, sus miembros no son escogidos por el pueblo y
gozaban, hasta hace poco, de un cargo vitalicio. Sin embargo, el pueblo sueco
le da legitimidad y, además, se siente orgulloso de esta institución. El rey
Carlos Gustavo es el máximo protector, pero no está presente en las reuniones
del Comité Nobel. Desde su trono ha cambiado, o mejor dicho ha completado, los
estatutos de la Academia. Pues ahora es posible que un miembro abandone la
Academia a petición propia.
Como es de suponer, la mayoría de los suecos y las suecas están en contra de la conducta inmoral de Jean Claude Arnault. Y hay voces que reclaman que todos los miembros de la Academia son responsables de las jaranas suscitadas en el corazón de la institución y, por consiguiente, deberían renunciar a su cargo. Ninguna de las mujeres de los miembros (hombres), han estado implicadas en cuestiones de la Academia. No obstante, Arnault gracias a la palanca de su mujer (Katarina Frostenson) ha logrado codearse con la élite cultural sueca. Este zorro astuto vestido de cordero, durante mucho tiempo, ha vendido gato por liebre a los socios del Comité Nobel. Y todos se preguntan ¿cómo fue posible? La respuesta del pueblo sueco evidencia que este asunto se manejó con parcialidad. Algunas personalidades, desde hace tiempo, han dicho que la Academia no es una institución moderna, sino más bien conservadora, misteriosa y con un alto grado de esnobismo. Quizá la ex secretaria permanente, Sara Danius, trató de cambiar el rumbo de la institución, y encontró una fuerte resistencia entre los miembros. Un detalle curioso es que el día en que renunció Danius, llevaba una blusa blanca con un rosón. El jueves 19 de abril miles de personas se dieron cita, frente a la mansión de la Academia, para solidarizarse con Sara Danius. Hombres y mujeres llevaban también un rosón en el cuello y gritaban: ¡Que renuncien todos los miembros!, ¡Que renuncien todos los miembros!
Según ciertos analistas, la dimisión de Danius no es una cuestión de género. En todo caso, un gran porcentaje, de suecos y suecas, aseguran que tal renuncia tiene que ver con las estructuras de poder masculino que existen en el Comité Nobel. Suecia es un país que lucha por la igualdad de género. De acuerdo al informe “The Global Gender Gap Report 2014” (Informe Global Brecha de Género 2014), Suecia ocupa el cuarto lugar entre los países que tienen mayor igualdad de género (Primer lugar Islandia, segundo lugar Finlandia y tercer lugar Noruega). Digan lo que digan, los miembros de la Academia Sueca, en cierto modo, han quebrado la imagen de Suecia y la de una sociedad moderna. La crisis en la cúpula de la institución ha dañado el Premio de Literatura más famoso del mundo. El trabajo de selección del Premio Nobel de este año está en riesgo. Pero de una cosa estoy convencido: Se les ha bajado de su pedestal a los miembros de la Academia, y tomará mucho tiempo recobrar la confianza, sobre todo, en el manejo imparcial de la institución.
Como es de suponer, la mayoría de los suecos y las suecas están en contra de la conducta inmoral de Jean Claude Arnault. Y hay voces que reclaman que todos los miembros de la Academia son responsables de las jaranas suscitadas en el corazón de la institución y, por consiguiente, deberían renunciar a su cargo. Ninguna de las mujeres de los miembros (hombres), han estado implicadas en cuestiones de la Academia. No obstante, Arnault gracias a la palanca de su mujer (Katarina Frostenson) ha logrado codearse con la élite cultural sueca. Este zorro astuto vestido de cordero, durante mucho tiempo, ha vendido gato por liebre a los socios del Comité Nobel. Y todos se preguntan ¿cómo fue posible? La respuesta del pueblo sueco evidencia que este asunto se manejó con parcialidad. Algunas personalidades, desde hace tiempo, han dicho que la Academia no es una institución moderna, sino más bien conservadora, misteriosa y con un alto grado de esnobismo. Quizá la ex secretaria permanente, Sara Danius, trató de cambiar el rumbo de la institución, y encontró una fuerte resistencia entre los miembros. Un detalle curioso es que el día en que renunció Danius, llevaba una blusa blanca con un rosón. El jueves 19 de abril miles de personas se dieron cita, frente a la mansión de la Academia, para solidarizarse con Sara Danius. Hombres y mujeres llevaban también un rosón en el cuello y gritaban: ¡Que renuncien todos los miembros!, ¡Que renuncien todos los miembros!
Según ciertos analistas, la dimisión de Danius no es una cuestión de género. En todo caso, un gran porcentaje, de suecos y suecas, aseguran que tal renuncia tiene que ver con las estructuras de poder masculino que existen en el Comité Nobel. Suecia es un país que lucha por la igualdad de género. De acuerdo al informe “The Global Gender Gap Report 2014” (Informe Global Brecha de Género 2014), Suecia ocupa el cuarto lugar entre los países que tienen mayor igualdad de género (Primer lugar Islandia, segundo lugar Finlandia y tercer lugar Noruega). Digan lo que digan, los miembros de la Academia Sueca, en cierto modo, han quebrado la imagen de Suecia y la de una sociedad moderna. La crisis en la cúpula de la institución ha dañado el Premio de Literatura más famoso del mundo. El trabajo de selección del Premio Nobel de este año está en riesgo. Pero de una cosa estoy convencido: Se les ha bajado de su pedestal a los miembros de la Academia, y tomará mucho tiempo recobrar la confianza, sobre todo, en el manejo imparcial de la institución.
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