MONÓLOGO
INTERIOR DE UNA PELIRROJA ATREVIDA
(In
memoriam de NORAH LANGE (1905- 1972)
“Hoy me
levanté soñando que Oliverio no había muerto. ¿Cómo olvidarlo? Mal que les pese
a tantos que me critican, Oliverio fue mi único amor. Yo era para él –según decía-
su ‘angelnorahcustodio’. Hubo treinta y cuatro años de febril convivencia
matrimonial… Y no cuento los anteriores: los siete años que pasaron desde que
Georgie nos presentó –casi sin querer- antes de aquel almuerzo. Vivimos esos
años que no fueron de matrimonio pero, sí también, de febril convivencia… ¡Qué
relación la de Borges y las mujeres! ¡Qué relación la que tuvo conmigo! Meses
de indecisiones para que aquella presentación terminara dejándolo fuera de
juego… Con la venia de mamá, habíamos salido del caserón de la calle Tronador
mi hermana y yo acompañados de Borges.
Volvimos Ruthy y yo acompañadas por Oliverio… Mi madre no entendía nada. Tardó
en enterarse que ese día Georgie, celestino involuntario, volvió a su casa derrotado. Pero Borges era
así… Ya lo era en aquellas tertulias martinfierristas que compartíamos con
Ricardo Molinari, Evar Méndez, Glusberg, Marechal, Xul Solar, Raúl González Tuñón, Macedonio Fernández y, por supuesto, Oliverio. Cómo me
reía cuando sus amigos le recordaban a mi marido que él era todo un
personaje mundano, con varios kilómetros recorridos. ¡Todo lo que viajó Oliverio! ¡Y todo
lo que exploramos juntos! Me acuerdo de aquellos versos que le dedicaron: "A veces rotundo / a veces muy hondo / se va por el mundo /
girando, Girondo". Siempre le admiré
su valor literario, su desparpajo, su originalidad, ésa que volcó en las
páginas de ‘Espantapájaros’, con sus
caligramas, su prosa poética y los versos provocativos como los del Poema 12: … Se miran, se
presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan / se respiran / se
acuestan / se olfatean… Las pacatas de la
época se escandalizaban. Bueno… como se enfureció la sociedad porteña cuando
muchos me llamaban ‘pelirroja atrevida’ por ser la única mujer en un mundo
literario de varones. ¡O peor aún, cuando conviví con Oliverio años antes de
casarme como Dios manda en San Nicolás de Bari! Hoy
soñé que Oliverio no había muerto… Despertar fue triste, muy triste… ¡Él no
está!
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