sábado, 22 de diciembre de 2018

Carlos García-México/Diciembre de 2018


DECLARO MI OSADÍA 

Como un sueño inefable
es el vuelo de la golondrina,
como la huella, el silencio,
que perpetúa el eco del grito de la razón,
un sortilegio que nunca me deja
y va echando gotas de licor al alba.
La madrugada se cansa
de esperar mirar el nacimiento
y la muerte del ocaso que se guarda,
para esos borbotones de ilusiones
que se reprimen en el pétalo del cuerpo
que se cansa y al igual cae y muere.
Bajo la sombra, hay un abismo grande
donde la carne se escurre y se avejenta
y sufre abandono
-como la amapola llora al viento.
En cansado caminar, de estas huellas,
de los pasos cansados que van a la muerte.
Esta osadía que se aventura a navegar
entre el oscuro invierno que se robó
la máscara de mi vergüenza
y que terminó huyendo y desvaneciendo
los años que se tragaron mi esperanza.
Soy llanto invisible de almas que sufren
soy la nostalgia y también la melancolía.
La nostalgia que se olvidó atrás de una puerta.
La melancolía que se quedó esperándola
que a lo lejos la presintió llegar y solo se quedó guardada en el suspiro de la amapola.
Hay una fatídica espera y el silencio se fatiga y sepultó un cielo metálico
que resguardaba las oscuras nubes
que mataban esta osadía mía.

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