En cuestión: un cuestionario
Fernando
Delgado responde “En cuestión: un
cuestionario” de Rolando Revagliatti
Fernando Delgado nació
el 24 de octubre de 1954 en la ciudad de Wilde (donde reside), provincia de
Buenos Aires, la Argentina. Concurrió a talleres literarios coordinados por
Carlos Patiño y Marcos Silber. Desde 2010 administra dos blogs de poesía. En
2014 publicó su poemario “Desmedido”.
“Soy Fernando Miguel Delgado y nací en
casa de mis abuelos. La partera era del barrio y se llamaba “Doña” Angustia.
Vecina y amiga de mi abuela Isolina. En la ciudad de Wilde transcurrió mi
infancia y adolescencia. No fui a jardín de infantes, cursé la escuela primaria
y secundaria, sin terminar.
Mi viejo era un gran tipo, un buen padre
y capo en su oficio, letrista y decorador.
Mi vieja con sus 91 años, tiene una
cabeza que le vuela a mil.
Tengo tres hermanos, Alejandro, Gustavo y
Rosa. Muy buena gente.
Trabajé desde muy joven, aprendí el
oficio de letrista y lo ejercí honrosamente durante muchos años hasta mutar al
oficio que actualmente ejerzo en informática, como técnico de computadoras,
reparación y armado de equipos, desarrollador Web y multimedia.
Soy padre de tres hijos varones,
Sebastián, Juan Pablo y Matías, el menor, fallecido en 2013, de muerte súbita.
Soy abuelo de Morena, Felipe y
Guillermina.
También residí en Bernal, partido de
Quilmes, luego volví a Wilde temporalmente. De ahí, una corta estadía de dos
años en Sarandí, ambas localidades pertenecientes a Avellaneda, hasta que anclé
otra vez en Bernal. Después de mi separación conyugal, alterno mis días entre
mi ciudad natal y Bernal, ciudad también del partido de Quilmes, donde vive mi
actual pareja y compañera Valeria Assenza Parisi.
Leo poesía, escribo poesía, difundo
poesía. Desarrollo dos blogs de poesía:
Edité mi propio poemario, “Desmedido”, en 2014. Totalmente
artesanal. Desde la edición, diagramación, encolado de hojas y tapa. Cantidad
200 ejemplares.
Con la misma modalidad y en el mismo año
edité “A la vuelta del Unzué” de Valeria
Assenza Parisi, así como un año después “Vengo
por el aviso” de Élida Berelejis.
Realicé de forma experimental un video
animado digitalmente, “El almacén de Dorotea”, una breve historia ficcionada. Disfruté
hasta no poder parar de reír mientras escribía el guión y grababa las voces de
los personajes, que después distorsionaba con un Soft.
Desde joven canté en coros. Una pasión
que continúa. Desde hace cinco años canto en el “Ensayo Coral de Avellaneda”,
desplegando una intensa actividad musical por el conurbano bonaerense, ciudad
de Buenos Aires y ciudades y pueblos de algunas provincias.
Y desde hace un año y medio incursiono
como letrista de canciones, que son musicalizadas y arregladas a cuatro voces
por el director del coro, y amigo, Esteban Tozzi.”
1: ¿Cuál fue tu primer acto
de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
FD: Pensarme fue mi primer acto de creación. Fue de muy pequeño (seguro
antes de cumplir seis años, lo recuerdo porque aún vivíamos en la casa de mis
abuelos maternos) cuando me pregunté por la existencia de la vida. Fue algo que
me atormentó y me costó salir, pensar que podría no haber existencia. Estar
siempre muerto. Fue muy doloroso.
2: ¿Cómo
te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
FD: No siempre la lluvia me pega de la misma manera; hay lluvias débiles y
otras fuertes y depende cómo me encuentre en tiempo y espacio. Por lo común,
los días de lluvia no me dejan movilizar libremente con mis salidas diarias en
bicicleta, y eso me jode. De joven disfrutaba más que ahora los días de lluvia;
la lluvia me alentaba a fantasear con amores imposibles o recuperar cosas
perdidas. Disminuye la visibilidad, pero por otro lado puedo ver más con lo que
imagino, y eso la vuelve hermosa.
Las tormentas me
atormentan. Inevitable, nada es lo que es, y si lo es, también es otra cosa.
Cavilar sobre la
sangre me pone mal. No es paralizante, mientras hablemos de una lastimadura.
Supongo que me pondría mal ver un cuerpo roto, desangrándose.
La velocidad es
algo que no me estimula, al contrario: me anula. No puedo re visionar en tiempo
real.
A veces, cuesta
aceptar las contrariedades, pero trato de meditar, sopesar, hay otros caminos,
otra mirada.
3: “En
este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”,
por ejemplo, William Faulkner y su “He
oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...
FD:
Ni montarse en la musa, ni negarla. Aunque en ocasiones está bueno relajarse y
decirle “ya volverás en otra cosa”, aunque no vuelva a pasar por largo tiempo. Es
decir, “eso” llamado inspiración no sería otra cosa que el momento en que nos
disponemos a “hacerlo”. Y cuando me pregunto, ¿cuál es el momento de hacerlo?,
me respondo: es justo el momento en que lo hago. Leyéndome podría decir, la inspiración
sería una “puesta en acción” de múltiples factores que confluyen para que “eso”
suceda. Todo lo demás, ¿una argumentación?
Bienvenida la inspiración, los estímulos
y el trabajo puesto al servicio de la creación.
4: ¿De qué artistas te
atraen más sus avatares que la obra?
FD: John Lennon, la “Coca” Sarli.
5: ¿Lemas,
chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
FD:
La “cura tutti” era una aspirina. Sí, claro, mis
hijos me lo refrescaban siempre, cuando ellos manifestaban algún dolor, molestia
o cansancio, yo les recomendaba: por qué no se toman una..., y ellos me decían
sí pá, “la cura tutti” para vos sirve para todo. Y se reían.
Otra expresión que estaba muy presente en
mis hijos era cuando les decía: “reaccioná, reaccioná, por favor”. Ya de
adolescentes-adultos me miraban como recordándolo, “reaccioná, reaccioná ¿te
acordás, viejo?”
Y algo más actual es con Lucila, hija de
mi pareja. Una señorita que habla tanto pero tanto que ya institucionalicé una
frase y suelo proferirla por las mañanas: “Por favor, habla hasta lavándose los
dientes”.
6: ¿Qué obras artísticas
te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís
quedando, perplejo?
FD:
La sonata “Claro de Luna” de Ludwig van Beethoven.
Y, también, la carta a la Amada Inmortal.
7: ¿Tendrás por allí alguna situación
irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?
FD:
Por el año 1972, con recién cumplidos dieciocho
años, efectué un viaje al sur de nuestro país. Íbamos tres personas, un tío, un
primo y yo, en una pick-up Dodge con carrocería preparada con cuchetas para
dormir. Realizábamos relevamiento de espacios públicos y privados para instalar
cartelería de ruta. En una de las tantas paradas que hicimos, esto fue en zona
de Bariloche, nos metimos por los bosques, dispuestos a lavar algo de ropa,
ordenar el vehículo y hacer unos pollos a la parrilla: la idea era pasar un día
de descanso. Cuando sentí muchas ganas de hacer mis necesidades, me escabullí
detrás de unos arbustos, y cuando estaba en cuclillas, en plena faena, escucho
la bocina de un auto, giro la cabeza y era toda una familia muriéndose de risa,
y yo con mi culo al aire. Huí lo más rápido posible agarrándome los pantalones.
El auto se fue. Yo, también muerto, pero de vergüenza. Luego, cuando les conté
a mi tío y a mi primo, pude reírme. Igual, cada vez que evoco el episodio,
establezco que los que llevaron la mejor parte para contar, fueron los del
auto.
8: ¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
FD:
Inevitable no pensar en “la muerte”. En las cosas
que uno posterga.
9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te
aplastan?
FD: Y sí,
en algunos momentos pesa mas que en otros; en realidad, cualquier cosa que
hagamos se torna o puede tornarse rutina. Solamente que no nos damos cuenta, mientras
lo que hacemos nos otorga placer. La rutina aparece cuando dejamos de percibir
ese placer por lo que hacemos.
10: ¿Para
vos, “Un estilo perfecto es una
limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus
Barga? Y siguió: “…un estilo es una
manera y un amaneramiento”.
FD: Me animo a pensar
“un estilo” como una forma estética, de mostrar, no advierto que sea una
limitación. Un estilo no tiene por qué ser una limitación. No puedo definir “lo
perfecto”. La palabra, el sentido “perfecto” anula toda posibilidad de lo que
lo antecede.
11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación?
¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan
instantáneamente?
FD: No
hacer, no poder hacer nada, ante la indefensión.
Entre las muchas cosas que
me despiertan violencia, la mirada de un pibe en situación de calle, observando
en la puerta de una panadería sabiendo que no accede. Las cosas que más me
duelen las encuentro en la mirada de los pibes.
Los que me hartan
instantáneamente en nuestra sociedad están por todas partes: son los viejos de
mierda: manejan y jamás dan el paso, soberbios, son vestidos por sus esposas,
los planchan. Los hay por todas partes y todos tienen algo en común: la destilación
del odio. “Los viejos de mierda” me hartan: no serán, no son todos, pero sí
demasiados.
12: ¿Qué postal (o postales)
de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con
nosotros?
FD:
En mi adolescencia me había puesto de novio con
Graciela. Me gustaba mucho.
Hacía muy poco que salíamos. Para ese
tiempo ya tenía un viaje planeado con un primo y un amigo, a Tanti, en la
provincia de Córdoba, a una casita de una tía abuela, la tía Elvira, quien
había sido enfermera, y una linda mujer. (Según contaba la tía Elsa, Elvira
había conocido a Juan Domingo Perón, siendo él Secretario de Trabajo y
Previsión, en ocasión de su visita al hospital donde ella trabajaba. Y alguna
vez hasta se dejó entrever la existencia de un cierto amorío entre Elvira y el
después Presidente de la República.)
Estando en la terminal de ómnibus por el
barrio de Once, se apareció Graciela y me acompañó hasta que llegó la hora de
la partida. Sentí entonces que nunca
nadie me había acompañado como ella lo hizo. Le prometí escribirle y lo
hice. No obtuve respuesta a mi carta y cuando regresé de Tanti no volví a
verla. Ella estudiaba en una escuela religiosa y tenía como compañera a otra
chica con la cual yo ya había tenido un romance. La carta que le había enviado
a Graciela, por error de numeración postal fue recibida por una vecina de la
misma calle, también compañera de año y muy amiga de mi relación anterior. De
esto me enteré mucho tiempo después. Nunca le hicieron llegar esa carta, en la
cual declaraba cuántos deseos yo tenía de volver a verla.
13: ¿En los universos de qué
artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras
elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como
personaje o de algún otro modo?
FD: Estar como cantante del cuarteto de
voces que aparecía en la película española “Amanece, que no es poco” [1989, dirigida
por José Luis Cuerda], o al menos vivir un tiempo dentro de esa película.
Fascinación total.
14: El
silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la
desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías
lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?
FD: El silencio: imprescindible.
Un gesto puede salvarte, ayudarte en muchas situaciones. La oscuridad es una
puerta que no se abre. La sorpresa, para bien o para mal, siempre es inesperada.
La desolación es cuando ya no hay rastros, ni la sombra de lo que hubo. El
fervor es una acumulación exacerbada de “las ganas”. La intemperancia es una
falta grave de comprensión.
15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la
mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?
FD:
Joaquín Salvador Lavado (Quino). Y su Mafalda.
16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué
imprecisiones preferís?...
FD:
Cuando te dicen: “Te voy a tener en cuenta”, o
bien cuando estoy mal y me sueltan: “Que tengas un buen día”.
Las mejores imprecisiones son cuando relato
algún recuerdo, porque cada vez que lo hago, está mejor corregido o menos
impreciso.
17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere
a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
FD:
No, para nada me perturba ni me entristece.
Valorar y querer, tienen significaciones diferentes.
18: ¿El mundo fue, es y será
una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en
su tango “Cambalache”?
FD:
Qué puedo decir: fue, es y será un gran poeta de
este “Cambalache”, la vida.
19: Por
la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los
tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?
FD:
José Mujica, el Pepe. Estuvo doce años preso,
torturado, y años más tarde llegó a ser Presidente de su país, Uruguay.
20: ¿Qué
te hace “reír a mandíbula batiente”?
FD:
El humor que refleja la realidad. Peter Capusotto,
un fiel representante.
21: ¿Cómo
afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos
o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?
FD:
Esta pregunta como otras anteriores, tiene
vericuetos. Voy a ir por el sendero de la desilusión. No pasa nada si un ideal
no se logra, solo se trata de arrimarse lo más posible. Tal vez me falte pagar
alguna cuota o varias, de obsesión.
22: El
amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando
con esos tópicos?
FD:
Mi relación con el amor es de entrega. La
contemplación me permite entender. Con el dinero es una relación distante, lo
justo; igual me gusta mucho pero no le llego. Así andamos. En cuestión de fe,
uno se agarra de donde puede, eso sería estar amarrado; amarrado a algo que no
se sabe qué es. En política mi relación es de compromiso con lo que pienso, digo
y hago.
23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos
coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas
teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?
FD:
No recuerdo haber asistido a tal tipo de eventos,
sin antes tener una referencia, además no soy “un gran salidor”. Sí me pasó,
circunstancialmente, escuchar música, leer o escuchar algunas poesías, cuentos,
insufribles. Y desde ya, dentro de los “etcéteras”, ciertas obras de teatro,
novelas que son o fueron y serán trasmitidas por la TV, realmente insufribles.
24: ¿Qué calle, qué
recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu
adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...
FD:
Las calles que transitaba desde mi casa hasta la
puerta del club. Dos cuadras por M. Moreno hasta llegar a Lartigau y allí a
media cuadra, nos esperaba el Club Juventud de Wilde. Me encontraba con mis
amigos, jugaba a la pelota, había campeonatos, más adelante hubo pileta de
natación, tuve muchas novias, alegrías, desengaños. También muy cerca de ahí, caminando
media cuadra mas por Lartigau y doblando para el lado de Capital, una cuadra y
media, por avenida Mitre estaba el cine Pueyrredón y con mi amigo Rubén, “el pollero”,
íbamos todos los viernes y mirábamos tres películas, las que dieran.
25: ¿Cómo
reordenarías esta serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el
sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el
desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar,
por ejemplo, una microficción.
FD:
Al final la ceremonia fue en el bosque. Desecharon
el sacrificio que les provocaría realizarla en la ciudad, por su poca
autenticidad. Percibieron una sensación de sufrimiento, de muerte, pero enseguida
repararon el desajuste que podía provocar el azar. Al caer la noche danzaron,
como la lengua en el pensamiento, danzaron hasta encontrar su propia identidad.
26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme
de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde
mueren las palabras?...
FD:
Las palabras no mueren, las palabras pueden
desaparecer si se las abandona. Muere quien las dice, quien las escribe, quien
las olvida.
27: ¿Podés disfrutar de
obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas?
¿Pudiste en alguna época y ya no?
FD:
El arte de lo posible, es arte y aunque esté en
las antípodas ideológicas, la posibilidad de disfrutar es una condición divinamente
humana.
28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la
decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo
que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y
luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?
FD: Las dos cosas caen mal; una, es la
expectativa que se pone en juego para lograr algo y que luego no pueda ser
concretado: esta decepción llevará un tiempo para ser procesada, y juntar ganas
para volver a intentarlo. Y otra es, si ese algo a obtener se corresponde a una
promesa por algo que uno nunca solicitó y si después es incumplida, aquí es distinta
la decepción: no es la pérdida de lo que pudimos tener sino la pérdida de
confianza en la persona que hizo la promesa y no cumplió con la palabra.
29: No concerniendo al área
de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
FD: A Sigmund Freud por su obra gigantesca,
por su descubrimiento, “el inconsciente”.
A todos los albañiles que levantaron y
levantan las casas que habitamos.
A todas las mujeres y hombres que
fortalecen la estructura familiar, el cuidado de los niños, el acompañamiento,
su formación. El futuro.
30: ¿Tus pasiones te
pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo,
en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
FD: Eso desenfrenado que me lleva, no es
mío, es algo que me pasa con vos. Y lo que pasa, es que a veces estás por todas
partes y me doy cuenta, porque me pasa algo que no puedo, ni quiero frenarlo.
31: ¿Qué artistas estimás
que han sido alabados desmesuradamente?
FD: Desconozco precisamente qué artistas pero
supongo que han sido muchos. En tal caso, esto tendrá que ver con el éxito, la
exposición mediática. Cosa a la que no le doy mayor importancia. No concierne al
ser artista. Y seguro como paradoja, se desconoce de aquel artista que conmovió
con su letra, su música o aquellos pibes pintando un mural, que hicieran sin
saberlo, reflexionar, y salvaran a ese pobre tipo que estuvo a punto de arrojarse
a las vías del tren.
Pobres los desmesurados alabados “artistas”.
32: ¿Acordarías,
o algo así, con que es, efectivamente, “El
amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito
lindo” de Luisa Futoransky?
FD:
Sí, claro, el amor es asimétrico. También fue
ciego. Y seguiremos advirtiendo más propiedades a medida que lo sigamos
descubriendo.
33: ¿El
amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
FD: Hace tiempo que no puedo todo, y cada momento
tiene su encanto. Ahora, el amanecer me cae fenomenal.
34: ¿Qué dos o tres o cuatro
“reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las
artes nos propondrías?
FD:
Miguel Gila [1919-2001] con Pepe Biondi
[1909-1975] y Humberto Costantini [1924-1987] con Isidoro Blaisten [1933-2004].
35: Seas
o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...
FD:
La vida, siempre una partida y merece ser jugada.
Ahora.
*
Cuestionario respondido a
través del correo electrónico: en las ciudades de Wilde y Buenos Aires,
distantes entre sí unos 17 kilómetros, Fernando Delgado y Rolando Revagliatti,
enero 2019.
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