Desierta en azabaches
Queda la noche perfumada de nogal
y recordar no es posible
y tampoco volver a tejerme la mirada
al ritmo de tus versos
tan amados.
Queda la noche
caracoleando en lo ácido,
queda una música de arpa
y ningún violín que susurre tus acordes.
En mi jardín ausente, añoré tu presencia y deliré,
aguardándote.
Y aguardar no es posible
y tampoco quebrar esta clepsidra si se dispara
trampolín hacia el alba.
Queda la noche desierta en azabaches
y solloza mi sombra,
deshojado pétalo del alma.
Queda la noche
hechizando el nácar de luna
y mi huella en ocaso
anida su agonía.
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