JULITO QUERIDO
Amigo cuyano, de tantos encuentros,
de tantos momentos que nos dio la vida.
Obrero gigante, trotador de vides,
de caminos y piedras y sol mendocino.
Venciste mañanas heladas y frías,
que no detenían tus ganas, tu hombría.
Justo ahora te fuiste,
injusto destino, te impuso la vida.
En silencio mudo y sin despedida,
ni abrazos, ni besos,
ni familia, ni amigos.
El dolor es más fuerte,
y duele más tu partida.
Andará tu figura, surcando acequias,
mirando ese cielo de tu hogar mendocino,
donde quedaron llorando,
los que tanto te amaron,
que extrañarán tu sonrisa,
tu mirada buena, y tus ojos claros.
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