DADME UN FARDO (fardo reemplaza parcialmente a kilo)
Era el primer domingo de otoño y el sol todavía se hacía sentir en el mediodía de la Plaza Mitre de San Isidro. Bajó hacia la barranca por Belgrano y se sentó a un costado de los puestos de la Feria de Artesanos , bajo la sombra de las tipas y los tilos.Su traje de juglar pasaba desapercibido para los informales del lugar que no reparan en cómo está vestido quien pasa o está a su lado.Pero los ojos duros y fríos de Domingo de Acassuso y Bartolomé Mitre ,sumado al ánima del párroco Márquez subida a la cúpula de la Catedral , observaban recelosos a ese joven barbudo y desaliñado que lucía sombrero con plumas,casaca amplia de colores y pantalones abuchonados hasta la rodilla , todo en colores estridentes de la vestimenta medieval.
Pero cómo él no notaba esa desconfianza no se hizo problema y se quedó a esperar el momento del atardecer en que aparecían aquellos que gustaban de mostrar sus habilidades poéticas,acrobáticas o musicales.Cuando el reloj dio las siete y la noche se acercaba sin remedio , se adelantó con decisión al extremo superior de la escalinata y apenas se hizo un poco de silencio por la sorpresa de su presencia impetuosa, comenzó a recitar…..
“Quiero que me escuchen , yo no soy de vuestro ambiente
No creo y fabrico figuras de cuero o madera con mis manos
Ni vendo antiguedades explicando sus orígenes a la gente
Soy de una época más remota que vuestros relojes oxidados
Cuando existía el trueque en las ferias de los bosques franceses,
costas vascas, llanuras polacas ,
márgenes de lagos italianos, rías gallegas, granjas alemanas,
o en los formales mercados judíos e ingleses
Y he venido hasta acá para ofrecerles en versos , cambiar mi mercancía…..”
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“Dadme un fardo de sentimientos
y les entregaré un carro de poesías
Dadme un fardo de silencio
y les entregaré un carro de melodías
Dadme un fardo de secretos al oído
y les entregaré un carro de hipocresía
Dadme un fardo de besos
y les entregaré un carro de amantes
Dadme un fardo de trigo
y les entregaré un carro de panes”
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Dijo adiós y así como llegó , desapareció de la plaza.Se fué por Ituzaingó derecho,caminando hasta Panamericana. Con el único billete que tenía subió a la Atlántida que lo acercó a Opendoor.Eludió a la vigilancia entrando por el mismo hueco del alambrado del hospicio por donde se había escapado.Se acostó y al apoyar la cabeza en la almohada , recordó que había olvidado de recitar el último verso…..
“Déme un kilo de cordura y le daré una tonelada de psicofármacos”
Genial !!!, felicitaciones. Un abrazo,
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