La embestida
La crueldad de
sus vocablos se encendía ante mi cuerpo inerme,
que arrebatado
por la angustia, lloraba a carcajadas.
Mi desamparo era
su brasa. La embestida era su gracia.
“Dicen que los hombres humillados por sentirse obtusos
“Dicen que los hombres humillados por sentirse obtusos
y desalmados,
atacan antes de saberse derrotados.
Intentan
vanagloriarse con la paja ajena.
Gozan provocando miedo y tristeza”
Gozan provocando miedo y tristeza”
Una vez más no
me pude defender,
quise fluir en la miseria, o desaparecer...
quise fluir en la miseria, o desaparecer...
Pero me dio por
callar y deprimir los dientes,
mordí tan fuerte, que pensé que eran espinas,
mordí tan fuerte, que pensé que eran espinas,
o clavos de
marfil en mis encías.
Tragué su veneno como saliva y vi,
Tragué su veneno como saliva y vi,
una serpiente
voraz que me engullía.
Cuando aclaró, ya no había luz...
Cuando aclaró, ya no había luz...
Me hice carne de su cuero.
Querida Luciana: es verdad. El hombre, cuando carece de elementos para explicar sus acciones, se vuelca al grito y el maltrato. Hay que decirlo y, qué mejor forma que hacerlo a través de un poema.
ResponderEliminarTe abraza, Laura B.Chiesa.
hola Laura, gracias x tus palabras, y si, pero por suerte, también hay hombres buenos y distintos, no todos son como los qe denuncio en este poema, otro abrazo para vos, Sol
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