Segunda Parte
"Re-frito" del cuento:
EL FIN
De Jorge. L. Borges
C
|
uando Martín
Fierro, liberó a la china Jesusa de su cautiverio en la toldería, ella le juró
agradecimiento eterno, por tal razón, tan pronto el negro montó su caballo,
corrió al lugar de la pelea para ver de aliviar la agonía del gaucho. Jesusa se
percató, de qué a pesar de la mucha
sangre perdida el corazón de Fierro seguía latiendo débilmente. Había pues, que
actuar con rapidez.
Ayudada por su hijo, escondió al herido
en un galpón. Quería saldar su deuda de gratitud.
Jesusa aprendió de los indios, como
curar heridas mediante cataplasmas y mejunjes, así que se propuso lo que
parecía imposible: Salvar a su salvador.
De éste actuar de la china, nadie
nunca supo, y el negro aun se pregunta: "¿Cómo diablos hizo "pa"
poder huir el muerto?"
El padre Quinteros, que no daba
puntada sin hilo, al encontrarse sin difunto, puso el grito en el cielo, y, con
o sin responso cobrar sus pesos quería. Recabarren, que desde su lecho de
enfermo escuchaba la fogosa discusión, hizo sonar con energía varias veces el
cencerro. La enfermedad lo estaba carcomiendo, pero todavía tenía lucidez como
para comprender que su tiempo terminaba. La china, siempre le había sido fiel,
sin embargo para él, ella había sido poco más que un objeto, al muchacho… al
muchacho, lo tenía de peón. Ahora se le presentaba la ocasión de enmendar su
proceder.
Pidió hablar, y traducido por el
mestizo que tan bien sabía interpretar sus gestos, hizo gala de comerciante:
propuso al cura que cobraría, sí por el precio del responso, lo unía en
matrimonio con la Jesusa
y a la vez bautizaba a su hijo; él estaba dispuesto a darle su apellido.
Pasaron los años, y
cual agua que el río lleva, la vida siguió su curso. Recabarren ya no estaba,
es seguro que descansaba en paz. "La Jesusa", dueña de la pulpería se sentía tan
importante, qué hasta de seda vestía. Su
hijo, ufano con su apellido, marchó "pa" estudiar a Europa. Y el
negro, al no existir el cuerpo del delito, no tuvo que huir de la
"autoridá": quedó instalado en la pulpería rasgueando la guitarra y
camelando a la china.
La pulpería, era por aquel entonces,
muy frecuentada por gauchos y viajeros; había adquirido fama de que allí se
servía la mejor caña.
Cierto día, montado en caballo moro,
con poncho y sombrero chambergo, un gaucho viejo llegó, y antes de darse a
conocer una caña se bebió. Entonado por la bebida, su guitarra rasgueó y esta
copla se cantó:
"Atención,
pido al silencio
Y
silencio a la atención….
El
negro, dispuesto a acompañarlo con su
guitarra, se sentó frente al cantor.
El
viejo Martín Fierro, cuyo rostro era ya un pergamino dónde las arrugas
escondían cicatrices, al ver que no lo reconocían, supo que el Padre Eterno ya
lo había perdonado.
Biografía del autor
Lamentablemente, de L`echeff se sabe
muy poco. Se sabe que L`echeff, es el seudónimo con que el escritor firma
cuando publica "re-fritos"; pero su verdadero nombre, nacionalidad y
fecha de nacimiento, se perdieron en tiempos de guerra. Lo que sí se sabe de
él, es que de escribir tanto "Re-frito" enfermó de una aguda
hepatitis.
Querida amiga: muy bueno !!! este Re-frito. Me encantó, sinceramente,
ResponderEliminarAaaaaaaaaayyy Trini que gracioso esta biografía final, pero mira que bien que está este refrito Trini, me gustó mucho.
ResponderEliminarbesossssss Josefina