LA BURBUJA
Hoy es el primer día hábil de enero del
2012. Hace apenas tres días, antes del brindis de medianoche, hice mentalmente
mi balance del año. El personal, el que te dicta el corazón. Perdón si no soy
muy realista y disperso las miserias que pretenden envolverme. Soy
empecinadamente optimista, que es una forma de crear mi realidad.
Me siento como una burbuja de jabón
suspendida en el vértice de un triángulo, esforzándome por mantener el
equilibrio ante la brisa que amenaza desplazarme de mi eje y la presión que
amenaza perforar mi superficie tornasol.
En este punto, analizo mi burbuja con el
propósito de preservar su existencia y me doy cuenta que una burbuja no es más
que eso, pura superficie transparente. Me preocupa tanta vulnerabilidad, sin
embargo, me doy cuenta que si puedo observarla es porque yo estoy afuera de
ella.
Pero esa burbuja me pertenece. Ahí están
mis cosas, mis afectos, mis logros y mis fracasos. Puedo verlos brillar en su
superficie. ¿Cómo hago para preservarlos, para que no desaparezcan con un
simple “Plaf”?
Debería aceitar mis manos para que la
rugosidad de la piel no la dañara,
sostenerla con cuidado, depositarla en una cajita de cristal y colocarla
en una vitrina, así podría observarla tantas veces como quisiera y sentirme
orgullosa de ella cada vez que el mundo se empeñe en hacerme creer que
pertenezco a él. Entonces le diría: Me diste barro y piedras. ¿Qué hubiese
podido construir sólo con barro y piedras?
Es verdad que caminé algún tiempo sobre el
barro, sosteniendo con cuidado esas piedras que eran lo único que poseía. Pero
cuando ya no pude con su peso, el sol me envolvió con su cálida energía y el
viento me transportó. Cuando las ráfagas fueron demasiado intensas y llegué a
sentirme como una hoja sin rumbo, las piedras me dieron el contrapeso necesario
para no sacar los pies de la tierra. Algunas veces, la lluvia ablandó el barro que
aprisionaba mis pies y pude seguir caminando.
Fui comprendiendo que a las piedras y al
barro se sumaron el sol, la lluvia y el viento, y algo en mi concepción del
mundo cambió.
Volviendo a la burbuja, ya no estoy tan
segura de querer preservar su existencia. Me decido, soplo fuerte y con un plaf
rotundo ella salpica mi nariz y la dejo ir. En una fracción de segundos miles
de partículas se esparcen en el éter. Lo hecho, hecho está. Entre suspiros
comprendo que ella no era más que memoria sensible. Ahora me siento más liviana
y preparada para crear una nueva burbuja.
Bien hecho Marga..me encantó tu burbuja..todos tenemos unas cuantas en el transcurrir de la vida que debemos soltar....
ResponderEliminarSusana
Margarita, hermoso cuento, gracias por compartirlo, segui visualizando y sintiéndote una burbuja. Nosotros, el mundo están hechos por millones de burbujas que nos permiten transitar por la vida superando las dificultades y gozando de nuestros afectos. Un beso
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