Los miedos
La tarde todavía parpadea, Toni busca
las monedas entre las migas de pan de
sus bolsillos, las cuenta, apena dos pesos, menos que ayer “mejor que mañana traigas más que si
no…” las amenazas se vuelven látigo en su memoria. El miedo se le va
instalando. Primero es un dolor de panza, una sensación extraña. Los latidos del corazón se van acelerando
hasta transformarse en dolor, a medida
que se acerca a la casa el malestar se acentúa. Se demora en la esquina,
envuelto en lo oscuro de la noche, espera con la atención puesta en la ventana,
hasta que la luz enmudece. Se imagina abriendo la puerta y allí nomás los gritos, el sopapo, que a
veces no tiene fuerzas para esquivar.
Los miedos se juntan, entran en sus pensamientos, se amontonan, tironean
de ese cuerpito menudo de uñas sucias y zapatillas rotas. No se atreve a
entrar. Borra con la manga del buzo el llanto que apenas se insinúa y camina
hacia lo desconocido. Muy tarde el cansancio lo ovilla sobre unos cartones,
escucha el silencio detenerse en las
calles. Piensa en la cama tibia junto al hermanito y pese al mal trato, tiene ganas de volver. Muchas veces tendrá el mismo deseo, pero la noche y sus demonios, lo irán cambiando.
Los miedos dejaran de caminar por sus huesos. Crecerá en él un odio subterráneo
y se asomará a su mirada. Ya no llevará nada bueno adentro, sólo rencor.
Triste historia de una criatura inocente como tantas criaturas que les toca sufrir esa infancia dolorosa.
ResponderEliminarMuy bueno Etel Besossss Jóse
de lo mejor. como siempre
ResponderEliminarunica
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