miércoles, 23 de mayo de 2012

Santiago Espel-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


(para rebatir de una vez una teoría de superstición popular)

Hay un lugar común que a fuerza de repetirse, parece
resultar admisible, y descabelladamente sensato: la idea
extendida de que el mosquito vuela insidiosamente
sobre nuestro oído, provocándonos angustia indecible,
además de una cantidad absurda de aspavientos
quijotescos propinados en el vacío de la oscuridad.
Dándole vueltas al asunto, llegué a la formidable
conclusión que sigue: es indiscutible que el porfiado
insecto, de género femenino a la hora de ser precisos,
sobrevuela nuestra entera humanidad emitiendo
su fatal zumbido. Seres organizados en nuestros cinco
sentidos al fin, la única posibilidad de escuchar
el despreciado y tan temido acecho nocturno,
se produce a través de nuestro oído, ya que hasta
ahora es desconocida la propiedad anatómica de escuchar
con el talón, los glúteos, el omóplato o el codo.
Espero sea ésta una contribución científica
de magnitud, o que al menos aminore la gran pregunta
que nadie se ha contestado hasta hoy, padeciendo
además de incruento insomnio, la sensación de víctima
estaqueada en la noche bajo el signo de la saña enemiga.


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