LAS
CIRCUNSTANCIAS
SEGÚN
GASSET.
“ Cuando uno
enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre, sino que la pone
sobre el
candelero para que los que entran vean la claridad.”
Lucas 11, 41.
Él decía:me gusta que seas prejuiciosa. Me
gustaa. Las mujeres como vos tienen misterio, y sonreía mientras grababa la
conversación y la encajonaba en ese aparito del subdesarrollo que la repetía y
al que llamaba lámpara de Aladino, para escuchar las palabras en sus momentos
solitarios, clandestinamente , cuando ella no estaba y él había partido recordándole , insistiéndole
, rogándole ordenándole, imperándole su fragilidad de sirena y su firmeza de
pirata en aguas extrañas. La mujer, primero escuchaba las frases con atención,
y mientras las iba deglutiendo y saboreándolas se le perdían los ojos , vaya a
saber en qué fantasías eróticas, o en qué confusión de ideas. Y se sentía
desprendida de esa realidad que en segundos se esfumaba y de la que quedaban sólo palabras
impresas en postales y cartas. Sólo
palabras. Hermosísimas metáforas. Piénsame, ámame, quiéreme, acompáñame, no me olvides, decía el
hombre en sus efímeras visitas al subir al avión. Estoy solo. Te necesito. Eres
mi aleph y yo soy el tuyo. Y la mujer sentía los vocablos gastados, sin brillo,
deslucidos y las fuerzas se les resbalaban por el cuerpo además del azote de
los imperativos.
Y un día, mientras sonreía memorando la
verborragia de aquél y la importancia para los hombres de la significación de
los prejuicios, la posesión, se acomodó blandamente, con ternura entre los
brazos de otro hombre que le besaba el pelo y que con sus prejuicios y sin
pedirle nada, se enloquecía de que ella no los tuviera. Con él.
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ResponderEliminarEs el no ser de un hombre y el ser de una mujer.¡Cuánta verdad hermosa y trágica!
ResponderEliminarFantástica reflexión y un buen texto.
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