jueves, 23 de agosto de 2012

Alba Bascou-Buenos Aires, Argentina/Agosto de 2012

LAS CIRCUNSTANCIAS
                                        SEGÚN GASSET.

                             “ Cuando uno enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre, sino que la pone   
                              sobre el candelero para que los que entran vean la claridad.”
                                                                                                        Lucas 11, 41.

Él decía:me gusta que seas prejuiciosa. Me gustaa. Las mujeres como vos tienen misterio, y sonreía mientras grababa la conversación y la encajonaba en ese aparito del subdesarrollo que la repetía y al que llamaba lámpara de Aladino, para escuchar las palabras en sus momentos solitarios, clandestinamente , cuando ella no estaba  y él había partido recordándole , insistiéndole , rogándole ordenándole, imperándole su fragilidad de sirena y su firmeza de pirata en aguas extrañas. La mujer, primero escuchaba las frases con atención, y mientras las iba deglutiendo y saboreándolas se le perdían los ojos , vaya a saber en qué fantasías eróticas, o en qué confusión de ideas. Y se sentía desprendida de esa realidad que en segundos se esfumaba  y de la que quedaban sólo palabras impresas  en postales y cartas. Sólo palabras. Hermosísimas metáforas. Piénsame, ámame,  quiéreme, acompáñame, no me olvides, decía el hombre en sus efímeras visitas al subir al avión. Estoy solo. Te necesito. Eres mi aleph y yo soy el tuyo. Y la mujer sentía los vocablos gastados, sin brillo, deslucidos y las fuerzas se les resbalaban por el cuerpo además del azote de los imperativos.
Y un día, mientras sonreía memorando la verborragia de aquél y la importancia para los hombres de la significación de los prejuicios, la posesión, se acomodó blandamente, con ternura entre los brazos de otro hombre que le besaba el pelo y que con sus prejuicios y sin pedirle nada, se enloquecía de que ella no los tuviera. Con él.

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